Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 9 de junio de 2025


No puede franquearse tanto como quisiera, y eso es todo. Yo cuán bueno es; y a pesar de su talante gruñón, a pesar de las reprimendas que me echa, no dejaré de amarlo toda mi vida. Guarda silencio un instante y se pasa la mano por el rostro como para echar al rayo de sol que le dora las pestañas y hace brillar sus ojos con colores vivos y tornasolados.

El vapor marchó hacia esta mancha enorme de aceite, que tomaba al moverse unos reflejos tornasolados. Los marineros dieron gritos de entusiasmo. Estaban seguros de haber echado á pique al sumergible. Los oficiales eran menos optimistas: «¡Quién sabeNo le habían visto levantarse verticalmente para hundirse luego por uno de sus extremos como un huso, de punta.

Blancas las paredes del lado del Poniente; las orientales, pardas, ennegrecidas por los vientos salobres de la Costa. Las enredaderas, que trepaban por la torrecilla hasta prender sus tallos en la cruz de hierro, hacían gala de sus festones floridos, y en las cornisas, en los tejados, en los árboles, friolentas palomas, pichones tornasolados, esperaban la noche para recogerse al amoroso nido.

El foso era lugar también interesante para Martín; las paredes estaban cubiertas de musgos rojos, amarillos y verdes; entre las piedras nacían la lechetrezna, el beleño y el yezgo, y los grandes lagartos tornasolados se tostaban al sol. En los huecos de la muralla tenían sus nidos las lechuzas y los mochuelos. Tellagorri explicaba todo detenidamente a Martín.

La noche de la tertulia a que asistió por primera vez el Vizconde de Goivoformoso, la mayor de las señoritas de Pinto, que se llamaba Julia, tenía un collar de brillantes coleópteros, cuyos élitros, heridos por la luz de lámparas y bujías, lanzaban deslumbradores y tornasolados reflejos; y la segunda, que se llamaba Flora, llevaba zarcillos y collar de uñas de tigre, muy lustrosas y acicaladas, engarzadas en oro.

Valor, mi fiel Iscar, valor, porque ¡ay! los tiempos han cambiado. ¡Cuántas veces, sobre la fresca verdura del prado de Sevilla o de Córdoba, alcanzabas y dejabas atrás las brillantes calesas que arrastraban a las hermosas granadinas, morenas y rientes, con su redecilla de púrpura que volaba al viento y su rica mantilla prendida con broches tornasolados! ¡Cuántas veces has relinchado de impaciencia cerca de la estrecha ventana cerrada por una cortina de seda, detrás de la cual suspiraba mi Zetta! ¡Cuántas veces has relinchado mientras que nuestros labios se buscaban y se oprimían ardientes, aunque separados por el tejido celoso!

Palabra del Dia

dermatológicas

Otros Mirando