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Actualizado: 17 de junio de 2025


Unas gaviotas blancas y arrulladoras como las palomas de Afrodita aleteaban sobre las caricias y los encuentros amorosos de esta parentela inmortal entregada al sereno incesto, privilegio de los dioses.

Los que les han hecho rostro han sido disipados con la misma presteza que el águila suele desbaratar una bandada de palomas. Aprestad las armas i los caballos, empuñad los áceros, volemos al campo de los árabes, atrepellemos sus escuadrones i hagamos en ellos horrible i espantosa matanza.

¡Qué cena, señor Cornelio!; ¡chuletas deliciosas, como las del cerdo!; ¡cosa algo mejor que las palomas a que ibais a tirar! Avanzando por entre las lianas, llegó Cornelio hasta donde yacía el animal, que estaba completamente inmóvil.

Aquel día, que era en extremo caluroso, o no habían salido las aves a merodear o habían vuelto tempranito, y trinando y piando, mientras que arrullaban tórtolas y palomas, hacían salva y música al Santo Patrono, así en los alrededores como dentro de la misma villa. Para mayor ornato y esplendor se habían erigido en ella seis triunfales arcos de lozano y verde follaje.

El que está acostumbrado al consuelo de la familia, al rescoldo del hogar paterno: el que está acostumbrado á ver el humo de la chimenea en que se calentó desde niño, no puede menos de experimentar una mala impresion al ver hacinados tantos hombres; hombres que van allí para no mirarse ni entenderse; que van allí á comer casi maquinalmente; que comen como quien se da á una tarea mecánica, como quien cumple el jornal de la comida, para acudir despues á otro jornal, semejantes á las palomas silvestres que van al sembrado para llenarse el buche, y levantan luego las alas hacia donde la Providencia las lleve.

Eran las ideas principales, como si dijéramos las ideas inquilinas, palomas que regresaban al palomar después de pasearse un poco por los aires. «Ella se lo pierde... se dijo con cierta convicción enfática . Y en el desdén se lleva la penitencia, porque no tendrá nunca el consuelo que desea... Yo me consolaré con mi soledad, que es el mejor de los amigos. ¿Y quién me asegura que el año que viene, cuando vuelva, no la encontraré en otra disposición?

En la primera había una paloma encantada con un alfiler negro clavado en la cabeza; era la reina mora; su madre, la madre de Ana que no parecía. Todas las palomas con manchas negras en la cabeza podían ser una madre, según la lógica poética de Anita.

A espaldas del fielato, en el abrevadero, una banda de palomas picoteaba la tierra. Eran de la inmediata calle de los Artistas; volaban hasta allí para buscar en el suelo los residuos del pasto de los bueyes. Junto al ventorro alzábanse las tapias blancas del Sanatorio de Perros, el asilo de los canes de los ricos, cuidados en sus enfermedades por un veterinario.

Palabra del Dia

rigoleto

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