Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 11 de junio de 2025
De vez en cuando, no obstante, cruzaba por su rostro una sombra: poníase de repente seria y pálida, y clavaba los ojos con obstinación en cualquier objeto. Andrés, en cuanto lo advertía, procuraba distraerla.
En el momento que la leyó, la arrugó con cólera entre sus manos. Porque cuando el padre Aliaga estaba solo, era un hombre distinto del que conocían las gentes. Entonces no era humilde, ni su semblante conservaba la inmovilidad glacial que el mundo veía en él. Por el contrario, su frente se levantaba con altivez, ceñuda, pálida, como cargada de tempestades.
Toda la fuerza de su vida se había concentrado en la cabeza, enorme, de nobles líneas, sonrosada en la cúspide, entre los blancos mechones echados atrás. Su cara pálida tenía esa transparencia de cera de una vejez sana y vigorosa, a la que añadían nueva majestad las barbas plateadas, brillantes, luminosas como las que el arte da siempre al Todopoderoso.
Las luces ya estaban apagadas; mas la luna, que se erguía al nivel del agua, redonda y blanca, hería los cristales del camarote con un rayo de claridad, y entonces, medio oculta y pálida, ví rígida sobre la hamaca la figura panzuda del Mandarín, vestido de seda amarilla con su papagayo entre las manos. ¡Era él otra vez! Y fué él perpetuamente. Fué él en Singapore y en Ceilán.
Te digo que no voy a dejarme engañar más gritó furioso. He manifestado que quiero el dinero, porque de otro modo, voy a hacer público todo. ¿Entonces adonde vas a ir a parar, eh? Y se rió de una manera dura y triunfante, mientras ella retrocedía pálida, aterrada y sin aliento.
En su desesperación se asió a una mano que parecía venir de muy lejos, saliendo de la sombra: una mano de vivo, una mano de carne. Tiró de ella, y poco a poco, en la bruma, fue tomando forma la mancha pálida de un rostro.
Tomamos el camino del borde mismo del acantilado; las olas batían allí abajo haciendo estremecerse el monte. La niebla iba ocultándolo todo, y el mar se divisaba a ratos con una pálida claridad que parecía irradiar de las aguas. Contemplábamos atentos el telón gris de la bruma.
Pero de pronto, mirando un primoroso vaso de agua que había sobre la mesa de noche, se quedó serio. Aquel servicio de cristal era regalo de la marquesa viuda del Lago. Una arruga se dibujó en su frente pálida que fue poco a poco haciéndose más honda. Al volver los ojos hacia él Clara quedó sorprendida. ¿Qué tienes? le preguntó con afectuoso interés. Nada respondió secamente.
Miró con recelo hacia la puerta, y viéndola cerrada y asegurada, se le serenaron algo los ojos, como si juzgase alejado el peligro. En seguida oyó otra vez sonar la tosecilla y sonrió orgullosa diciéndose: «¡Hasta el fin del mundo es capaz de ir por mí!» De repente se puso pálida como la cera; quiso suspirar, no pudo, y se le vino al rostro una oleada de sangre. La cosa no era para menos.
Entró en el salón de popa jadeando todavía, y tomó asiento. Al quedar bajo el ruedo de luz pálida que derramaba sobre la mesa una lámpara colgante, Tòni se fijó en su hombro izquierdo. ¡Sangre!... No es nada... Un simple rasguño. La prueba es que puedo mover el brazo. Y lo movió, aunque con cierta dificultad, sintiendo la pesadez de una hinchazón creciente.
Palabra del Dia
Otros Mirando