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Actualizado: 8 de mayo de 2025


869 Era como tentación lo que yo esperimenté, y jamas olvidaré cuanto tuve que sufrir, porque no podia decir "Artículos de la fe". 870 Tenía al lao una mulata que era nativa de allí; se hincaba cerca de como el ángel de la guarda; ¡pícara!, Y era la parda la que me tentaba ansí.

Nunca hubiera sospechado que aquel hombre robusto a quien estrechaba la mano con cariño y que me contestaba lleno de gratitud, sucumbiría tres meses después, casi en mis brazos, derribado por un soplo helado que fue a paralizar la vida en sus pulmones. ¡No me olvidaré jamás la profunda y callada desesperación de aquella mujer joven, bella y elegante, que se había sacrificado buscando un avance en la carrera de su marido, sola, rodeada de sus hijitos, en el punto más lejano casi del mundo, emprendiendo la triste ruta del regreso, mientras el cuerpo del compañero dormía el sueño de la muerte, allá en la remota altura!

No fue poco trabajo por la mañana reunir todos los elementos de viaje, desde las mulas a los indios portadores. Pero no nos dábamos prisa, porque habíamos resuelto hacer ese día una jornada corta, para dar descanso a las señoras y a los niños. No me olvidaré de una niñita de 7 años, de Panamá, que un caballero llevaba a Bogotá para entregarla a sus padres.

«...Si viene por Canzana díganle que no lo olvido ni lo olvidaré mientras viva... Pues, madre, sabrá cómo estas maestras son buenas para y la directora también, pero las niñas me provocan mucho. Todas son más pequeñas que yo y á pesar de eso todas se burlan de . Me llaman aldeana, me pintan en los cuadernos de escritura con saya corta y con dengue y me ponen una azada en la mano.

Mire usted que no me deja vivir... Todos los días viene tres veces. La noche que me dieron el Viático, en el momento aquel, miré para este lado y lo primero que vi fue a Ramsés II, con una vela en la mano. ¡Cómo me miraba el infeliz!... Creo que no me morí de tanto como rezó Villaamil, pidiendo a Dios que viviera. Podrá ser... No le olvidaré. Abur, abur.

Pero mirando hácia abajo, hallaba á Europa, con sus tradiciones romanas y góticas, sus prodigios de arte, su animación industrial y comercial, sus grandes progresos de locomocion, y sus lamentables contrastes de opulencia y miseria. La contemplacion de aquel panorama desconocido me hizo meditar durante largas horas, y creo que nunca olvidaré las impresiones allí recogidas. Hidrografía.

A su vez levantose ella con un movimiento de mujer indignada que jamás olvidaré; dio algunos pasos hacia su habitación, y como me arrastrara yo en pos de ella, siguiéndola, buscando una palabra que no fuese ofensiva, un postrer adiós, para decirle al menos que era ángel de previsión y de bondad, para agradecerle el haberme ahorrado una locura, con una expresión más abrumadora todavía, de lástima, de indulgencia y de autoridad, alzada la mano como si desde lejos tratara de ponerla sobre mi boca, repitió la seña que me imponía el silencio y desapareció.

Don Anselmo pasó a la habitación contigua, que era la de don Eleazar, y después de un rato regresó. Dice don Eleazar que puede pasar me dijo. Yo entré resueltamente. No olvidaré nunca el cuadro que se presentó a mi vista.

»No me separaré de ella y me olvidaré, como me olvido ya, del instituto, de los clientes y hasta del rey, que hoy ha enviado a preguntar por mi salud. Todo lo olvidaré menos mis hospitales; los demás enfermos son ricos v pueden acudir a otro médico, pero mis pobres no; si éstos no me tuvieran a ¿quién los asistiría?

No me olvidaré nunca de aquellas deliciosas comidas en casa de D. Diego Suárez, cuyo hogar hospitalario me fue abierto con tanto cariño. Nunca éramos menos de quince o veinte, y desde el primer plato, la mesa era una arena para el espíritu de los concurrentes. ¡Qué animación! ¡Cómo se cruzaban las ocurrencias más originales e inesperadas!

Palabra del Dia

ciencuenta

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