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Actualizado: 3 de julio de 2025


Ya no se ocultaban en las habitaciones del campanero para reunirse. Formaban corro por las tardes en el claustro, hablando de las audaces doctrinas enseñadas por Luna, sin que les intimidara aquel ambiente religioso.

Permaneció gran parte de la tarde contemplando el mar, siguiendo el curso de las blancas velas que se ocultaban tras el cabo o se perdían en el dilatado horizonte de la bahía.

La primera parte de esta metáfora no era rigurosamente exacta; porque el antiguo sol iluminaba bastante bien el valle cuando no lo ocultaban las nubes, y el nuevo no podía hacerle la competencia en punto á claridad. Pero la segunda no hay duda que estaba más ajustada á la verdad. Corría dinero entre el paisanaje.

Ofrecían un duro por cada peseta que quisieran arriesgar en favor de aquel cuitado. Y no ocultaban su asombro cuando veían aceptadas sus proposiciones por las gentes del país. ¡Qué zonzos! ¡Y cómo iban á perder el dinero!... La segunda hora de la lucha se desarrolló en silencio. La gente parecía anonadada por la monotonía del espectáculo.

De aquí que se dijesen toda clase de requiebros y finezas, que literalmente podrían tomarse por efecto de amistad tiernísima, pero que ocultaban el fervoroso espíritu de verdadero amor. Don Fadrique, á más de sus años, creía tener otro inconveniente, que en su delicadeza no le permitía aspirar á ser amado de Lucía.

La enfermedad la tenía prisionera en su casa; pero en los momentos de calma, cuando el pícaro dolor no la hacía ir de un lado a otro como una loca, hojeaba catálogos y figurines de París, escribía a sus proveedores de allá, y rara era la semana en que no llegaban cajones con las últimas novedades: trajes, sombreros y joyas que, después de contemplados y manoseados un día en el cerrado dormitorio, caían en los rincones o se ocultaban para siempre en los armarios, como juguetes inútiles.

Cuando éste avanzó la cabeza, sólo pudo ver unos bultos que se ocultaban en un sendero lateral. Eran ellos, no lo dudes continuó la duquesa, riendo . Marchaban por en medio de la avenida. Esa Valeria es muy lista; se ha vuelto al oir el ruido de un coche, reconociéndome al instante. Se llevó al sabio como si lo arrastrase. Cesó de reir, adquiriendo su rostro una gravedad melancólica.

Condillac animando progresivamente su estatua y haciendo dimanar de una sensacion todo el caudal de los conocimientos humanos, se parece á aquellos sacerdotes que se ocultaban dentro de la estatua del ídolo y desde allí emitian sus oráculos. No es la estatua que se va animando lo que piensa y habla, es Condillac que está dentro.

Pocos se guardaban, pues, de hablar secretos en su presencia; pero si alguno lo hacía y llegaba a notarlo, le acometían tales ansias y congojas por conocer lo que le ocultaban, que no dormía, ni descansaba un momento; andaba pálida, ojerosa, se hacía grosera, intratable.

Y como aquel medio había respondido admirablemente á su intento, puesto que al poco tiempo de casada, los médicos declararon que la duquesa se encontraba encinta, el duque, logrado su deseo, se fué á sus posesiones de Andalucía á pasar el invierno, y dejó en completa libertad y en absoluta posesión de su casa á su esposa. Esto tenía sus peligros, que no se ocultaban á la duquesa.

Palabra del Dia

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