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Actualizado: 19 de julio de 2025


Repartidos todos los papeles se obligaban los actores, después de prestar solemne juramento, á estudiarlos bien y asistir al teatro con puntualidad, y á veces á riesgo de sus vidas y haciendas. El manuscrito que contenía los papeles, se llamaba el registro de la pieza, y el encargado del registro era también el director de escena. Cuanto tenía relación con el teatro competía al burgomaestre.

Pero ¡qué pena le daba el haberle descubierto! ¡De qué buena gana hubiera lanzado en medio de la tertulia el enigma de sus mortificaciones para que se le devolvieran aquellos amigos resuelto y aclarado en el acto: por caridad, si a las buenas se prestaban, o por deber, si le obligaban a usar de su derecho por las malas!

Unas veces el sol hacía arder el suelo, levantando ante el paso del transeúnte nubes rumorosas de moscas; otras, los charcos de las rarísimas lluvias obligaban á los habitantes á marchar con agua hasta la rodilla para ver al vecino de enfrente. Según avanzaba Watson entre las dos filas de viviendas, fué encontrando á los principales personajes del pueblo.

La pobrecilla pasaba muy malas noches. Padecía insomnios, y ataques de convulsión que la obligaban a dejar el lecho por algunas horas y a pasearse por el aposento, apoyada en el brazo de Angelina. ¡Es para una hermana de la Caridad! me decía la tía Carmen. Conmigo no tiene la pobrecilla sueño tranquilo.

Estaba Yáñez maldiciendo la injusticia de los hombres, que por unas cuantas cuartillas emborronadas en un momento de mal humor le obligaban a dormirse todas las noches arrullado por el delirio de un condenado a muerte, cuando oyó fuertes voces y pasos apresurados en el mismo piso donde estaba su departamento. No; no dormiré ahí gritaba una voz trémula y atiplada . ¿Soy acaso algún criminal?

La liturgia indicada menciona también diversas costumbres religiosas, y entre ellas varias representaciones del mismo género, que se hacían anualmente en días determinados. Los canónigos de la catedral se obligaban solemnemente, al aceptar sus cargos, á representar la mañana del primer día de Pascua el drama titulado Las tres Marías.

»En fin, yo me determiné de fiarme de un renegado, natural de Murcia, que se había dado por grande amigo mío, y puesto prendas entre los dos, que le obligaban a guardar el secreto que le encargase; porque suelen algunos renegados, cuando tienen intención de volverse a tierra de cristianos, traer consigo algunas firmas de cautivos principales, en que dan fe, en la forma que pueden, como el tal renegado es hombre de bien, y que siempre ha hecho bien a cristianos, y que lleva deseo de huirse en la primera ocasión que se le ofrezca.

Algo oyó él de lo que había sucedido en la barraca, de las causas que obligaban á los dueños á conservar improductivas tan hermosas tierras; pero ¡iba transcurrido tanto tiempo!... Además, la miseria no tiene oídos; á él le convenían los campos, y en ellos se quedaba. ¿Qué le importaban las historias viejas de don Salvador y el tío Barret?...

Las jóvenes, a quienes apabullaban el peinado u obligaban a tambalearse, en vez de sentir enojo, reían a carcajadas con placer vivísimo. Pablo y Nieves, que no podían dar cuatro pasos sin tropezar con otra pareja, estaban verdaderamente hechizados. Sin embargo, el joven, siempre que pasaba por delante de la puerta, sentía un leve estremecimiento en las piernas, y se apresuraba a alejarse de ella.

Pocos días después, Novoa habló al príncipe con una brevedad que ocultaba mal su emoción. Estaba muy agradecido al dueño de Villa-Sirena; nunca olvidaría la dulce existencia en este retiro; pero necesitaba volver á su antiguo alojamiento. Nuevos trabajos científicos le obligaban á vivir en Mónaco; el director del Museo se quejaba de sus ausencias.

Palabra del Dia

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