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Actualizado: 19 de julio de 2025
Rita y Manolita obligaban al primo a fijarse en los retratos que las representaban apoyadas en una silla o en una columna, actitud clásica que por aquel tiempo imponían los fotógrafos; y Nucha, abriendo un álbum chiquito, se lo puso delante a don Pedro, preguntándole afanosamente: ¿Le conoces?
Los otros los guardaría seguramente abajo como un recuerdo. Muchos querían examinarlos para apreciar los destrozos del proyectil. Las mujeres, con súbita inquietud, le obligaban a sentarse al lado de ellas. No haga locuras, Maltranita; tenga cuidado. Las heridas en los pies, por insignificantes que parezcan, traen a veces malos resultados.
Esta era la parte de la bodega de los Dupont dedicada al engaño industrial. Las necesidades del comercio moderno obligaban a los monopolizadores de uno de los primeros vinos del mundo, a intervenir en estos amaños y combinaciones, que constituían con el cognac la mayor exportación de la casa.
La existencia no era para ella una sucesión de delicias. Graves deberes la obligaban á mirar las cosas con seriedad. Era pobre: debía mantener y educar á sus hermanos. Yo me casaré con usted dijo Martínez con un tono dramático, como si arrostrase el mayor de los peligros . Comprenderá usted que he pensado en eso antes de hablarla.
Los barcos de carga, carracas á vapor que sólo hacían unas millas por hora, sin llegar á la decena, obligaban al resto del convoy á una desesperante lentitud. El Mare nostrum tenía que marchar á media máquina, haciendo sufrir grandes impaciencias á su capitán en estas peregrinaciones monótonas y peligrosas á través de semanas y semanas.
Introducíanse cautelosamente en los trenes y se ocultaban bajo los asientos; pero el hambre y otras necesidades les obligaban a denunciar su presencia a los viajeros, que acababan por compadecerse de estas andanzas, riendo de sus raras figuras, de sus coletas y capotes, socorriéndolos con los restos de sus meriendas.
Todas estas circunstancias que obraron como base principal de la riqueza de don Damián, le obligaban á exponérselas á cuantos iban á pedirle cartas de recomendación para la Habana, y á consultarle sobre la conveniencia de salir á probar fortuna.
Las mujeres que hacían la limpieza por las mañanas le obligaban á refugiarse en el despacho con sus terrestres escobazos. No le era permitido formular observaciones, no podía extender un brazo galoneado, lo mismo que cuando reñía á la grumetería descalza y despechugada, exigiendo que la cubierta quedase limpia como un salón. Se sentía empequeñecido, exonerado.
El más pequeño de los niños chocó contra la diestra del torero un hocico rojo, recién frotado por la madre con motivo de la visita. Gallardo le acarició la cabeza con distracción. Uno de los muchos ahijados que tenía en España. Los entusiastas le obligaban a ser padrino de pila de sus hijos, creyendo asegurar de este modo su porvenir.
La vida de este hombre en las salitreras había sido menos agradable y fructuosa que la de Ovejero. Trabajó y ganó buenos jornales en los primeros meses; pero era jugador, y todas sus ganancias se quedaron en las llamadas casas «de remolienda». Al final, sus deudas y sus continuas peleas le obligaban á abandonar el país.
Palabra del Dia
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