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Actualizado: 26 de junio de 2025


10 El bramido del león, y la voz del león, y los dientes de los leoncillos son arrancados. 11 El león viejo perece por falta de presa, y los hijos del león son esparcidos. 12 El negocio también me era a oculto; mas mi oído ha percibido algo de ello. 13 En imaginaciones de visiones nocturnas, cuando el sueño cae sobre los hombres,

Buenos Aires es grande, cada uno va a lo suyo, pero alguna vez precisará a usted el arrimo de un compañero. Despidiéronse de Maltrana todos sus «queridos amigos», los jóvenes de las fiestas nocturnas en el fumadero. Algunos le daban cita para aquella misma noche en restoranes frecuentados por personas alegres. Le presentarían a ciertos amigos muy simpáticos: todos «gente bien».

La muchedumbre aglomerada ante el palacio rugió de entusiasmo al ver en un balcón al siempre descontento tribuno sonriendo á los señores del gobierno y abrazándose con ellos. Bajo el resplandor sonrosado de las iluminaciones nocturnas desfilaron todas las tropas de la capital.

Al ver entre el follaje marchito de los árboles blanquear la casa de Rosa, se sintió aún peor impresionado. Acercose cautelosamente a ella, se escondió detrás de un árbol, y metiendo los dedos en la boca lanzó un silbido agudo y prolongado. A silbar de este modo le había enseñado su amigo Celesto en las correrías nocturnas que hicieran allá en la primavera.

Pero nadie osó realizar los proyectos de cencerrada y otras bromas molestas con que algunos intentaron obsequiarles. Merecían respeto: eran los industriales más importantes del barrio, y habían hecho bien uniéndose en una sola razón social. Maltrana y el señor Manolo, en fuerza de oír hablar al Mosco de sus expediciones nocturnas, sintieron el deseo de asistir a una de ellas. Una nada más, ¿eh?

Estaba fatigada. Las huellas del cansancio rodeaban sus ojos prestándoles ese brillo extraordinario que causa el insomnio después de las fiestas nocturnas. El señor De Nièvres y el señor D'Orsel seguían jugando. Ella estaba sola con Julia y yo delante de ella apoyado en el brazo de Oliverio.

Se concibe allí en el fervor del medio día, cuando el sol vierte a torrentes la luz desde un cielo sin nubes, en las calurosas y reposadas siestas, el mismo terror misterioso de las horas nocturnas.

Á la media hora sólo se oían los ahogados gemidos del aire que entraba por las rotas vidrieras de las ojivas del templo, el atolondrado revolotear de las aves nocturnas que tenían sus nidos en el dosel de piedra de las esculturas de los muros, y el alternado rumor de los pasos del vigilante que se paseaba envuelto en los anchos pliegues de su capote, á lo largo del pórtico.

Hasta la hora presente no se han dado cita allí las bellezas libres y nocturnas que invadieron sucesivamente a temporadas muchos otros establecimientos de la capital. Ni a primera ni a última hora de la noche reina allí Príapo, numen impuro, sino su hermano Himeneo, protector de los castos afectos.

Estas cabalgatas nocturnas se celebran en honor de las damas, y los caballeros españoles por ningún precio del mundo dejan de consagrarse á esta ocupación por las noches; hablan con sus amadas por las ventanas, entran á veces en los jardines, y también, cuando pueden, en sus casas; se aventuran en ocasiones hasta la alcoba, en donde duerme el esposo de su adorada, y hasta se me ha dicho que así se ven años enteros, sin hablarse una palabra, por temor de ser descubiertos.

Palabra del Dia

rigoleto

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