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Doña Constanza, mientras tanto, otra dama enamorada de Don Juan, cuya suerte le sigue interesando, forma el proyecto de explotar la cólera del Príncipe, escribiéndole billetes amorosos y dándole citas nocturnas bajo el nombre de Doña Sol.

Los discursos de Castelar leídos en las reuniones nocturnas, con sus maldiciones al pasado y sus himnos a la madre, al hogar, a todas las ternuras que emocionan el alma simple del pueblo, hacían caer más de una lágrima en las copas de vino.

Durante largos años la ciencia había reído del pulpo gigantesco y de la serpiente de mar, otra bestia prehistórica entrevista muchas veces. Eran invenciones de los navegantes de imaginación: cuentos de proa para pasar las guardias nocturnas. Los sabios sólo pueden creer en lo que estudian directamente y catalogan á continuación en sus museos...

Tras, tras, tras, sonaban los cascabeles, con lento giro, consumiendo en forma de hilo moroso la abultada y sucia madeja de las horas nocturnas, que forzosamente había que hilar y devanar. Después de lo que Apolonio calculó como una eternidad de silencio, se atrevió a decir: No conozco la topografía de la provincia, porque no soy indígena. Ignoro a que distancia está Inhiesta.

Y, sin embargo, te lo confieso ingenuamente, hijo mío, aunque renuncio sin dolor a los homenajes de los revisteros y a sus adjetivos arrulladores, no puedo menos de sentir tristeza pensando que jamás seré el héroe de una de esas ovaciones nocturnas con que la muchedumbre obsequia a sus favoritos.

La presencia de sus camaradas contribuía a hacer más vivo este recuerdo. Todos eran amigos de doña Sol; algunos hasta pertenecían a su familia y él los había mirado como parientes. Comieron y bebieron con esa voracidad salvaje de las fiestas nocturnas, a las que se va con un propósito firme de excederse en todo, buscando embriagarse cuanto antes para atrapar la alegría del aturdimiento.

Llegad en torno mio, Venid, sombras nocturnas, Y alzad con poderío Las cinerarias urnas, Cubiertas con el lirio Que consagró el martirio: Alzad, sombras, alzad! Bañadlas con el llanto Del pueblo que suspira, Y el ardoroso canto Que se alce con mi lira, Por todo el hemisferio Libre del cautiverio. Llevad, sombras, llevad!

En el silencio de su dormitorio, lejos de los hombres, influenciado por la misteriosa soledad de las altas horas nocturnas, que hacen perder sus contornos á las cosas y á las ideas, se consideró enormemente engrandecido. No; su mundo no había cambiado tanto como él creía. La prueba era que estaba allí, limpiando unas armas para un duelo.

Salía de aquellos lugares afligido. Me encerraba en mi casa, abría otros libros y velaba. Así sentí pasar bajo mis ventanas las fiestas nocturnas de Carnaval. Algunas veces, en plena noche, Oliverio llamaba a mi puerta. En seguida reconocía yo el golpe seco del puño de oro de su bastón.

Fuí amigo de varios presidentes; á unos les he servido de bufón, á otros de consejero secreto. He redactado, á la vez, crónicas de vida elegante para las presidentas y proyectos de Constitución que sus graves maridos presentaban al pueblo como producto de nocturnas meditaciones. He huído de algunos de estos protectores, por miedo á que me fusilasen; sabía demasiados secretos.