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Actualizado: 26 de junio de 2025
En mi frente había un loco florecer de pensamientos y de tristezas nocturnas... ¡Fuera lloraban los vientos! Mis pobres quimeras iban rotas en el torbellino; mis pies no tenían rumbo, ni mi espíritu destino; pero allá lejos un niño, un niño ciego y divino, me disparaba una flecha y me enseñaba el camino. Tomé la pluma.
Uno de los amigotes que le acompañaban en sus francachelas nocturnas me reveló el secreto. Lo que sufre el general son unos celos que le tienen loco, lo mismo que un dolor de muelas. Ahora, Olga del Monte adora al ingeniero. Esta Olga del Monte era la Aspasia de la revolución mejicana.
Y a continuación, el escándalo con que conmovían a toda la ciudad su sobrina y su hijo; las entrevistas nocturnas, los paseos a través de los campos con una audacia del demonio, haciendo gala de su pecado; todos los atrevimientos y locuras que convertían su santa casa, la casa de doña Pepa, en un antro de vicios, en una mancebía del diablo.
Llevaban coronas de cebollas, ajos, puerros y otras hortalizas de aroma desagradable y violento; dos lechuzas, varios muciérlagos y otros avechuchos temerosos y repulsivos, a fin de arrojar las coronas sobre el autor y soltar sobre la sala las nocturnas aves, en la coyuntura propicia. Los estudiantes habían determinado que lo más divertido era fingir grandes extremos de entusiasmo.
Para una débil mujercilla el susurro del viento es un gemido misterioso, la claridad de la luna es la aparicion de un finado, y el chillido de las aves nocturnas es el grito de las evocaciones del averno para asistir á pavorosas escenas. Desgraciadamente, no son solo las mujeres las que tienen imaginacion calenturienta, y que toman por realidades los sueños de su fantasía .
Los he visto pelear en campo abierto y encerrados en sus fortalezas, en asaltos, emboscadas, salidas, sorpresas nocturnas, duelos, justas y torneos; y puedo aseguraros, muchachos, que tienen el corazón valiente y el brazo duro.
D. Francisco, dormido ya profundamente, estaba tan distante de todas aquellas miserias que su mujer contaba como lo está el Cielo de la Tierra. No versaban todas las confidencias sobre el mismo tema; que la fértil imaginación de Rosalía buscaba instintivamente la variedad en aquellas nocturnas raciones de jarabe de pico con que arrullaba a su buen esposo.
Le acompañaba el octogenario alguacil Marcones con tercerola y sable. El iba armado de revólver y estoque. Después, y sucesivamente, fueron saliendo y diseminándose por las tertulias nocturnas don Melchor, Gabino Maza, don Pedro Miranda, Delaunay, don Mateo, y todos los demás. Los indianos tardaron más tiempo.
Sus mejores amigos habían llevado el cadáver hasta un muelle del Neva, colocando un revólver al lado para que la policía admitiese la hipótesis de un suicidio. No; don Marcos no gustaba de estas fiestas nocturnas. Las consideraba peligrosas.
Cierra la noche, y si no hay luna el Prado queda enteramente desierto; las mariposas vuelan hácia sus nidos, y las hormigas de casaca negra emprenden su viaje en busca de labores nocturnas. Entónces les llega su turno al teatro, el casino y el café, escenarios democráticos donde la sociedad española se exhibe admirablemente. El teatro es mucho mas querido en España de lo que se piensa.
Palabra del Dia
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