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Actualizado: 17 de junio de 2025
Las calles de Niza estaban repletas de forasteros como en los años de paz, cuando se celebraban las fiestas de Carnaval. Monte-Carlo veía aumentar considerablemente su público y se abrían nuevas salas en el Casino.
¿Adónde me llevará usted, papá? ¿A Nápoles? No, hija mía, porque a Nápoles está demasiado lejos para ir allá de un tirón sin hacer ni un descanso. Además, Nápoles ofrece el inconveniente del sirocco, que agosta las flores, y la tenue ceniza del Vesubio, que abrasa los pulmones de las niñas. No llegaremos allí; nos detendremos en Niza...
Después, bajo Carlos III, aún resultaba más angustiosa la situación. El principado se disolvía. Los dos pueblos Mentón y Roquebrune, dependientes de Mónaco, se emancipaban de él, entusiasmados por la revolución italiana, incorporándose á la monarquía de los Saboyas. Poco después, al adquirir Napoleón III el antiguo condado de Niza, se hacían franceses.
El profesor ocupaba su sillón y empleaba á su manicura. ¡Un atrevimiento! Quería sin duda rivalizar con él, y por esto se hacía vestir por su mismo sastre de Niza. ¡Otra insolencia! Además, no sabía llevar la ropa... Hasta sospechaba que, para ser grato á su novia y á la protectora de ésta, debía permitirse hablar mal de cierta dama, ¡y si él llegaba á saberlo!...
En el Cap-Martin dejaron los ingleses á sus muertos; en Mónaco los hay de todas las nacionalidades; en el Cap-Ferrat duermen los belgas bajo coronas que ya son viejas; en Niza están los cadáveres americanos; y en todas partes, desde el Esterel á la frontera italiana, franceses... franceses... franceses. Son incontables los cadáveres.
Todos los días vienen de Niza en un landó de dos caballos, y como si no tuviesen bastante con el juego del Casino, se colocan una tabla forrada de verde sobre las rodillas y sacan la baraja. ¡Jugar al poker ante el paisaje de la Cornisa, que las gentes vienen á ver de todas las partes del mundo!... Y nuestro artista, cuando hace el cuarto con los dos ingleses y una vieja miss, pierde ante el Mediterráneo, dorado por la puesta de sol, todo lo que le ha producido algún concierto en Cannes ó en Monte-Carlo.
Además, esta existencia errante halagaba su ansia por todo lo extraordinario. En los hoteles de Niza, falansterios de la corrupción mundial correcta e hipócrita, se había visto agraciado en la obscuridad de su cuarto por las más inesperadas visitas.
Sus aventuras galantes eran innumerables: como por virtud de una fascinación, todas las mujeres que había hecho objeto de sus deseos habían sido suyas. Y de esa vida había salido por obra de la Condesa Florencia. El juez tuvo noticias más precisas con respecto a los sentimientos que había experimentado en ese tiempo, leyendo los papeles encontrados en el domicilio de la difunta, en Niza.
Toledo se iba dando cuenta poco á poco de las paulatinas transformaciones de su amigo el sabio. Le preocupaba mucho el adorno de su persona; había pedido al coronel que lo recomendase á su sastre de Niza; hacía frecuentes viajes á esta ciudad sólo para sus compras. Además, jugaba.
Los diarios de Niza publican el programa de lo que cantará la capilla junto con el programa del concierto en el Casino: canto llano de los maestros mas célebres, de Palestina ó de nuestro Vitoria... Novoa le interrumpió: Hay, además, el Museo Oceanográfico. El solo basta para justificar y purificar todo el dinero procedente del Casino.
Palabra del Dia
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