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Actualizado: 6 de julio de 2025


«Seis, siete.... Y uno en el bolsillo, ocho.... Puede que haya otro en la lavandera...». Dejólos caer de golpe. Acababa de recordar que uno de aquellos pañuelos se lo había atado él a la niñita debajo de la barba, para impedir que la baba le rozase el cuello.

Sentada en seguida en las rodillas de Dolly la niñita comenzó a jugar con los pies, a acariciarse las manitas o a golpearlas la una contra la otra, pareciendo haber hecho varios descubrimientos en misma que expresaba por medio de sonidos alternados el «gug, gug, gag» y de «ma-ma», no era el grito de la necesidad ni el del malestar.

¿El alba, sin que Petrona Revolorio estuviese a la puerta del cuarto de la niña Ana con su cesta de flores, que ella misma quería ponerle en el vaso y ver con sus propios ojos, cómo seguía la niña? «¡Mi niñita: mírenla que galana está hoy!; se lo voy a decir al niño Pedro que nos un baile de convite a las señoras, y vamos a sacarla a bailar con el niño Pedro. ¡Y él que es galán también, el niño Pedro!

Siendo un enjerto del mal, emblema y producto del pecado, no tenía derecho á estar entre niños bautizados. Era muy notable el instinto con que la niñita comprendía su soledad y el destino que había trazado un círculo inviolable en derredor suyo; en una palabra, todo lo peculiar de su posición respecto á otros niños.

Entre la calma y la media luz de un cuartito, un buen anciano de pómulos rojos, arrugado hasta la punta de los dedos, dormía embutido en un sillón, con la boca abierta y las manos en las rodillas. A sus pies, una niñita con traje azul, esclavina grande y capillo pequeño, el traje de las huérfanas, leía la Vida de San Ireneo en un libro más grande que ella.

Harry era un precioso muchacho de seis años y Bella una linda niñita de cinco; ambos tenían los grandes ojos negros de la madre y sus dorados cabellos. Después que el cura besó a los dos niños, Harry, que miraba con admiración el uniforme de Juan, preguntó: ¿Y al militar debemos besarle también, mamá? Si queréis respondió ella, y si él consiente.

Ayer maté un cochito, que está de lo más blando: era el cochito rosado, ¡y la carne está como merengue! ¡Jesús, mi niñita, no me diga eso!

De allí, con innata audacia, pero siempre con característica reserva, corrió al medio de un grupo de marineros de tostadas mejillas, aquellos salvajes del océano, como los indios lo eran de la tierra, los que con sorpresa y admiración contemplaron á Perla como si una espuma del mar hubiese tomado la forma de una niñita, y estuviera dotada de un alma con esa fosforescencia de las olas que se brillar de noche bajo la proa del buque que va cortando las aguas.

Sin decir una palabra, Ester apuró la taza, y obedeciendo á una señal de aquel hombre de ciencia, se sentó en la cama en que dormía la niñita, mientras él, tomando la única silla que había en la habitación, se sentó á su lado.

¡Ah!, esto está perdido murmuró Jacinta en los respiros que las caricias de su marido le dejaban, ahogándola... . Mira, estate quieto y no me sofoques. No tengo yo gana de bromas. Vamos al caso, niñita mía. Para que yo te cuente lo que deseas saber, es preciso que me cuentes antes a otra cosa.

Palabra del Dia

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