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Actualizado: 25 de mayo de 2025
D. Marcelino se empeñó en que se apeasen para descansar un poco y tomar algún refresco, pero el señor conde se negó completamente, y D.ª Feliciana entonces salió con una bandeja de dulces y unas copas de Jerez á la calle. El señor conde no quiso probar nada: la señora condesa tomó una rosquilla de Santa Clara, y pidió después un vaso de agua.
Y revolviéndose instintivamente, dio la vuelta, quedando con el pecho en tierra, apoyado en una mano y tendiendo la otra, que empuñaba el revólver. Sentíase fuerte, repetía en su interior que aquello no era nada, pero el cuerpo se negó con súbita torpeza a obedecer su voluntad. Parecía pegado al suelo por una dolorosa simpatía.
El comandante Iriartea y el jefe de escuadra, Cisneros se embarcaron en los botes de la oficialidad inglesa; y habiendo instado a mi amo para que entrase también en ellos, éste se negó resueltamente, diciendo que deseaba ser el último en abandonar el Trinidad.
Te juro que al día siguiente de tu llegada nos casamos, si tú lo deseas. ¿Acaso soy la primera que tiene miedo al mar? Pero mentía. La navegación no le inspiraba temor: se negó a embarcarse por ganar tiempo, pareciéndole que aquellos dos o tres meses no habían de acabarse nunca. Pocos días después emprendió Manuel su viaje.
Con muchas lágrimas y extremosos ademanes le rogó que la socorriese en aquel trance, que la condujese al convento de Astudillo. El sacerdote se negó rotundamente a ello. Volvió a aconsejarle calma y que buscase siempre por los medios suaves de la obediencia y la humildad ganar el consentimiento de su padre.
Así que su angel bueno le sugería negase cualquier cosa con toda la energía de su alma y la rebeldía de sus cabellos, y estaba ya para soltar un soberbio ¡nego! y porque quien niega todo no se compromete á nada, le había dicho cierto oficial de un juzgado; mas, la mala costumbre de no escuchar la voz de la propia conciencia, de tener poca fé en la gente de curia y buscar ausilio en los otros cuando se basta uno solo, le perdieron.
Ese maldito asunto está muy presento en mi espíritu. Sí, todo lo que acaba usted de contar es exacto, repuso Tragomer; el pobre Jacobo desempeñó las joyas, pero negó siempre haber vendido las papeletas. Pretendía que el verdadero asesino las había robado y desempeñado las alhajas antes de que el crimen fuese conocido.
Pero Pablo se ríe de esto y dice que no le dará ese hombre lo que la Virgen Santísima le negó desde el nacer. Quizás tenga razón.... Pero dime, ¿estamos ya cerca?... porque veo chimeneas que arrojan un humo más negro que el del infierno, y veo también una claridad que parece de fragua. Sí, señor, ya llegamos. Aquellos son los hornos de la calcinación, que arden día y noche.
Su vehículo, al llegar á la mitad de la colina, donde estaban acampadas las tropas, fué detenido por un delegado gubernamental, que se negó á dejarle pasar. En vano dió su nombre. Le conozco, doctor dijo el funcionario ; pero el gigante está preso y nadie puede verlo sin una orden del gobierno. Soy el presidente del Comité encargado del Hombre-Montaña.
La juventud de las puertas, siempre bromista, se empeñó en hacerle repetir la romanza; pero don Serapio tuvo bastante buen olfato para advertir que los aplausos juveniles no eran de buena ley, y se negó a complacerla.
Palabra del Dia
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