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Actualizado: 7 de junio de 2025


La mayor parte de las horas del día pasábanlas sentados uno enfrente del otro. Concentrábanse sus almas en las pupilas de sus ojos. Un día se le ocurrió a mi madre escribir algunas líneas de letras muy grandes, diciendo en pocas palabras lo que necesitaba que el preso supiese.

Lo pasado había caído en el olvido... Pero él necesitaba ver diariamente á la esposa del capitán tejiendo encajes entre sus dos pequeñas sobrinas, como había visto años antes á la viuda de Ferragut.

Mira, Mario, hacía días que necesitaba hablarte de un asunto bastante desagradable lo mismo para ti que para .

Necesitaba, pues, emprender la marcha inmediatamente para recorrer lo más pronto posible tan largo proyecto. Esperé dos días más para reponerme, y al fin, acompañado de un marinero que llevaba el mismo camino, me puse en marcha hacia Sanlúcar. En la mañana del 27 recuerdo que atravesamos el río, y luego seguimos nuestro viaje a pie sin abandonar la costa.

Conocía tan bien á aquel hombre, que no necesitaba á veces oirle hablar para penetrar sus intenciones y sus sentimientos. Doña Blanca comprendió que lo menos malo era oirle; que no podía echarle, sin exponerse á dar el mayor de los escándalos. No quiso, sin embargo, aparecer desde luego resignada.

De sobra sabía que el duelo es usanza bárbara; que Pepita no necesitaba de la sangre del conde para quedar limpia de todas las manchas de la calumnia, y hasta que el mismo conde, por mal criado y por bruto, y no porque lo creyese, ni quizás por un rencor desmedido, había dicho tanto denuesto.

Conocía aquello: no era más que un trastorno moral que se reflejaba en el organismo. Calma y dulzura era lo que necesitaba. ¡Un trastorno moral! Eso es dijo la señora con voz áspera. Siempre que hablases con tanta verdad. Pepe vivía demasiado... agitado. Por fortuna, está en buenas manos y curará. La calma y la dulzura ya sabe él cómo se adquieren.

Antes de oscurecer, porque el relente de la noche no le convenía a la duquesa y Clementina necesitaba ir temprano a su casa, dieron orden al cochero de retirarse. Era sábado, día de comida y tresillo en el hotel de Osorio.

El primer deber que D. Luis creyó que necesitaba cumplir, no bien le dieron de alta, fue confesar a su padre sus amores con Pepita y declararle su intención de casarse con ella. D. Pedro no había ido al campo ni se había empleado sino en cuidar a su hijo durante la enfermedad. Casi siempre estaba a su lado acompañándole y mimándole con singular cariño.

Don Robustiano sonreía; movía la cabeza con gesto de compasión y se dignaba explicar aquello. «Don Santos, aunque se pasmasen aquellos señores, a pesar de morir envenenado por el alcohol, necesitaba más alcohol para tirar algunos meses más. Sin el aguardiente, que le mataba, se moriría más pronto». Pero don Robustiano, ¿cómo puede ser eso? Señor Foja, ahí verá usted. ¿Conoce usted a Todd?

Palabra del Dia

consolándole

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