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Actualizado: 3 de junio de 2025


Concluida la lectura Navarro dio un suspiro y dijo: ¡Qué sed tengo!... Si quisieras echar agua de la alcarraza en aquel vaso que allí está y alcanzármelo.... Monsalud le dio agua, y luego que le vio aplacar su sed, diole otros papeles diciéndole: ¿Conoces esa letra? Son cartas de mi padre murmuró Navarro, devorándolas con la vista.

Al principio las indicaciones que recibió eran vagas y contradictorias; pero al fin supo que Carlos había comprado un caballo y había partido a escape en dirección de Villaba. La circunstancia de estar el pobre Navarro en posesión de su dinero fue causa de esta fuga, porque si no tuviera oro no habría encontrado caballo, y a pie no hubiera podido alejarse mucho.

Este desagradable y antipático personaje se puso después a clasificar los batallones carlistas según su valor; primero eran los navarros, como era natural, siendo él navarro, luego los castellanos, después los alaveses, luego los guipuzcoanos y al último los vizcaínos.

Eso es lo que pido a Dios con todo el fervor de mi alma dijo Navarro echando amargura por la boca y por los ojos y lo que Dios no me concederá. Yo tengo para manifestó el clérigo con mucha fe , que Dios no se amputará un brazo tan poderoso.... La enfermedad de usted no vale nada, repito que no vale nada. No hay lesión, repito que no hay lesión.

Como indicamos antes, el primer dato existente acerca de la aparición en Londres de una compañía de cómicos españoles, es del año de 1635, porque el 23 de diciembre de este año representó Juan Navarro con su compañía ante el rey Carlos I ; los dramas ingleses más antiguos, que se miran con certeza como imitaciones de los castellanos, corresponden á la época de Carlos II; sin embargo, hay razones, expuestas precedentemente, para creer que los dramáticos ingleses conocieron y estudiaron antes á los españoles.

Oyó Salvador con notorio interés estas palabras, y después de manifestar que no había favorecido a Navarro por simpatías carlinas, sino por consideraciones de gratitud y de amistad absolutamente personales, rogó a Carnicero no ocultara nada de lo que al digno soldado del Altísimo ocurría. El vejete se revolvía en su asiento.

Contra lo que Salvador esperaba y temía, Navarro se dejó llevar, y después de instalado en vivienda tan distinta del lóbrego y tristísimo hospital en que antes moraba, su exaltación se trocó en abatimiento y su aspereza en indiferencia, no exenta en algunos instantes de suavidad y aun de discretas y sosegadas razones.

Instintivamente Navarro se acercó a la chimenea y quiso sacar el papel que ardía; pero retrocedió quemándose los dedos. Esto, que parecía un chispazo de locura, inspiró a Salvador lo siguiente: No metas tu mano en el fuego para sacar lo que ha caído en él. , como yo, necesitas hacerte perdonar para ser perdonado, necesitas comprar la generosidad con generosidad y el olvido con el olvido.

Con estas disposiciones de espíritu pasó el mayor Navarro a Chile, y se alojó en Guanda, que está situado en la boca de la quebrada que conduce a la Cordillera. Allí supo que Villafañe volvía a reunirse a Facundo, y anunció públicamente su propósito de matarlo.

Hay en toda la vida de este malogrado joven tal originalidad, que vale sin duda la pena de hacer una digresión en favor de su memoria. Durante la corta emigración del mayor Navarro, habían ocurrido sucesos que cambiaban completamente la faz de los negocios públicos.

Palabra del Dia

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