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Actualizado: 19 de mayo de 2025
La bahía es estrecha, pero bastante bien abrigada, y pintoresca por el contraste de las embarcaciones con todas las banderas del mundo y por el juego que hacen algunos fuertes sobre el fondo gris de las colinas, las bellas quintas de las cercanías, con elegantes azoteas y jardines, los grupos de palmeras, de naranjos y otros árboles pequeños, mantenidos con mucho esmero y fuertes gastos, porque la tierra no es bastante vegetal, y todo el conjunto gracioso de las casas de la ciudad, que tienen la forma de pequeños castillos ó de campestres residencias.
He tenido siempre la preocupación de que el aspecto de la Palestina es parecido al de La Rioja, hasta en el color rojizo u ocre de la tierra, la sequedad de algunas partes y sus cisternas; hasta en sus naranjos, vides e higueras, de exquisitos y abultados frutos, que se crían donde corre algún cenagoso y limitado Jordán; hay una extraña combinación de montañas y llanuras, de fertilidad y aridez, de montes adustos y erizados y colinas verdinegras tapizadas de vegetación tan colosal como los cedros del Líbano.
Y con los ojos entornados, sonriendo maliciosamente, esperaba la respuesta, adivinándola. ¿Qué me falta? El amor; lo que tenía contigo. Y con la vehemencia de otros tiempos, como si aún estuvieran entre los naranjos de la casa azul, el diputado daba salida a sus melancolías de ocho años. La ofrecía la imagen inspirada por su tristeza.
Cuando nos cansábamos allí, los días que no íbamos a casa de Anguita, o hasta que llegaba la hora de ir, solíamos dar algunas vueltas por la plaza Nueva, que, por serlo, es la única grande y regular que hay en la ciudad. En los jardines del centro, que adornan naranjos y palmeras, se colocaban filas de sillas, y allí pasaban algunas horas de la noche muchedumbre de familias.
Pero esas plantaciones apénas interrumpen ligeramente la selva interminable de naranjos, limoneros, mangos, árboles de mamei, de zapote, de níspero, de mil frutas deliciosas, sobre cuyas capas iguales, suntuosas, de verdes diferentes, pobladas de frutas, de sombra y de perfumes, se destacan los mástiles y los penachos de los cocoteros, como las velas y el arbolaje de una barca sobre las verdes ondas de una bahía tranquila, suavemente rizadas apénas por el soplo de las brisas de la tarde.
Desde Valencia hasta Játiva, en toda la inmensa extensión cubierta de arrozales y naranjos que la gente valenciana encierra bajo el vago título de la Ribera, no había quien ignorase el nombre de Brull y la fuerza política que significaba.
Veredas abiertas bajo las copas de árboles frondosos, dilatadas llanuras en que vereis ondear las mieses al soplo de las brisas, yermos en que podreis contemplar el mar por entre bosques de sombríos pinos, rios en cuyas orillas pacen innumerables rebaños y estan sentados pueblos risueños y pintorescos á la sombra de los naranjos, mares cuyas playas estan ocupadas por puertos y arsenales de antigua nombradía os conducirán á estas ciudades notables por sus monumentos; y admirareis alternativamente aqui la mano del hombre amontonando piedra sobre piedra, cortándola, cincelándola, dándole significacion, pensamiento, vida; alli la mano de Dios dirigiendo el curso de los rios y deteniendo las olas del Océano, cubriendo de vegetacion campos y colinas, haciendo brotar bosques hasta en el fondo de los arenales, prestando al viajero árboles que le defienden contra los ardores del verano y al marino puertos que le salven del furor de las borrascas.
Vi su masa negra apartarse lentamente de la orilla, oí el ruido estridente de las cadenas, algunas voces lejanas. Luego su quilla rompió, silenciosa, el acerado espejo del río, y no tardé en perderle de vista a lo lejos, al penetrar en el espeso montón de sombras que los bosques de naranjos dejaban caer sobre el agua. Placíame, por las tardes, ir a aquel sitio a presenciar la puesta de sol.
Todo era allí nobleza, o sea naranjos, los árboles de hoja perenne y brillante, de flores olorosísimas y de frutas de oro, árbol ilustre que ha sido una de las más socorridas muletillas de los poetas, y que en la región valenciana está por los suelos, quiero decir, que hay tantos, que hasta los poetas los miran ya como si fueran cardos borriqueros.
En los jardines había naranjos enanos, con más naranjas que hojas; y peceras con peces de amarillo y carmín, con cinto de oro; y unos rosales con rosas rojas y negras, que tenían cada una su campanilla de plata, y daban a la vez música y olor.
Palabra del Dia
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