Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 23 de junio de 2025
Pronto con sus miradas fulmíneas derritió la triple placa de bronce que el empeño de ser consecuente había puesto en torno del corazón de Mutileder. Y Mutileder y Guadé se amaron, a pesar de Chemed y de Echeloría.
Cuatro días después de la conferencia primera entre Chemed y Mutileder, salían ambos de Málaga para Tiro en una magnífica nave. Mutileder iba en calidad de secretario privado de la dama para llevarle la correspondencia en lengua ibérica. La amistad de ambos era íntima, y Mutileder, siempre que se veía en presencia de Chemed, estaba contento y como orgulloso de tener tan elegante y discreta amiga.
En prueba de esto dio no pocos datos y razones, y la más sorprendente fue la de afirmar que ambos jóvenes iberos estaban sellados por él, en la espalda, desde el día en que nacieron, con una salamandra azul. Con la alegría que produjo tan fausto descubrimiento, se prescindió de la etiqueta de palacio. Vino Guadé y trajo consigo a Mutileder.
La nave del raptor se percibía aún, pero lejos, y navegando con tal rapidez que pronto iba a perderse detrás de la comba que forma el mar, marcando una curva de azul profundo en el cielo más claro. El furor de Mutileder fue indescriptible, aunque a nada conducía.
Con estas ideas en la mente y con el bizarro propósito de irse a Tiro cuanto antes, recorrió Mutileder las calles de Málaga hasta que empezó a anochecer. Todas las noticias que adquirió le confirmaron en que era Adherbal el raptor de Echeloría. En lo que no adelantó mucho fue en concertarse con algún patrón de buque que saliese pronto y le llevase para Fenicia.
En estos coloquios se pasaban las horas, y de continuo estaban juntos ambos amantes, menos cuando Echeloría se retiraba a dormir al lado de su anciana nodriza y en estancia muy resguardada, o bien cuando iba a la playa a bañarse; pues entonces, a fin de evitar el qué dirán y las murmuraciones, Mutileder no se bañaba con ella, tal vez por no usarse aún trajes de baño, tan complicados y encubridores de las formas como los que se llevan ahora en Biarritz y en otros sitios.
Frisaba ya en los veinticuatro años, y harto de aquella vida, y ansiando ver mundo, pidió la bendición a sus tíos, quienes se la dieron acompañada de algún dinero, y tomando además armas y caballo, salió de Vesci a buscar aventuras y modo de mejorar de condición. Como Mutileder tenía tan hermosa presencia, y era además simpático y alegre, por todas partes iba agradando mucho.
Chemed celebraba todo esto, y lo hallaba muy a su gusto. Sí, hijo mío, decía a Mutileder, así debe ser. Dichosa Echeloría, que encontró en ti un modelo de amantes. No suelen ser como tú los demás hombres, sino volubles y perjuros. Todas mis riquezas, toda mi posición daría yo si hubiese encontrado un amante tan resuelto y fino como tú.
Y sin embargo, y aquí entra lo más patético de mi cuento, si bien era cierto que Echeloría y Mutileder estaban enamorados el uno de su reina y de su rey la otra, ambos sentían, en medio de la embriaguez del nuevo amor, pesar tremendo, torcedor horrible en la conciencia, y pasión de ánimo, que amenazaban matarlos.
Abaris, que tuvo noticia de todo esto, y que aun estaba enojado contra Abisag, tardó en volver a Jerusalén; pero volvió al cabo y precisamente en los días en que Salomón y la reina de Sabá andaban más afligidos con la dolencia de Echeloría y de Mutileder. Ignorábase qué proyectos traía Abaris, pero Salomón le recibió bien, porque Salomón apreciaba mucho la ciencia.
Palabra del Dia
Otros Mirando