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Actualizado: 23 de junio de 2025


Aunque Chemed lo había averiguado todo, quiso que Mutileder le refiriese su historia. Mutileder la refirió con elocuencia. Al hablar de Echeloría, aunque era hombre recio, se le saltaron las lágrimas. Con las lágrimas sobre sus mejillas y velando sus ojos azules, estaba el muchacho lo más bonito que puede imaginarse. Chemed no se hartaba de mirarle; pero ¡con qué miradas!

En suma, Echeloría y Mutileder eran dos personas ilustres y dignas de serlo por su mérito. Apenas se vieron, se amaron... ¿Qué digo se amaron? Se enamoraron perdidamente el uno de la otra y el otro de la una.

Mutileder era muy monárquico, y el Rey, por ser rey y por su ciencia infusa y demás virtudes, le infundía respeto. Salomón, además, no tenía culpa ninguna ni había ofendido a Mutileder. Había aceptado el presente que le habían traído, y había dado prueba de buen gusto al aceptarle y guardarle. A veces concebía Mutileder cierta halagüeña esperanza.

Explicó entonces Abaris que él había estado en Aratispi; que allí había tenido amores con la madre de Echeloría, y que Echeloría era el fruto de dichos amores. Añadió luego que como entonces era él tan peregrino seductor, había tenido también amores en Vesci con la madre de Mutileder; y que por lo tanto, Mutileder era su hijo.

Para evitar prolijidad no se ponen aquí las lamentaciones que hicieron ambos a dúo. Lo que importa saber es que Mutileder y su suegro, después de maduro examen, reconocieron que era inútil quejarse del rapto a las autoridades de Málaga, las cuales no les harían caso, o si les hacían caso, nada podrían contra un marino tan mimado en Tiro, como Adherbal lo era.

Allí fue el mesarse las venerables canas, el revolcarse por el suelo, y el dar tan formidables chillidos, que Mutileder, aunque estaba lejos, acudió al sitio, oyéndolos. El infeliz amante supo entonces toda la enormidad de su infortunio, mas demasiado tarde por desgracia.

Mira, Mutileder: dentro de cuatro días debo yo salir para Tiro, donde tengo que arreglar mis asuntos, muy desordenados desde que mi marido murió. vendrás en mi compañía. Considérame como a tu amiga más leal.

Guadé, a quien importaba desengañar por completo a Mutileder, el cual le había contado toda su historia, menos su plan de tragedia; Guadé, que hablaba en toda confianza con Salomón y sabía los secretos del harem, reveló y probó a su joven amigo que Echeloría amaba a Salomón con delirio.

Estaba, por último, interesado Salomón en el comercio de los fenicios con Társis o Iberia, patria de Mutileder, y aun de más allá, hacia el Occidente y Norte del mundo; bastante más allá, porque las naves tirias llegaban hasta el Báltico. Por todo lo cual refluía sobre Jerusalén cuanto Dios crió de bienes temporales. La plata era tan común, que se miraba con desprecio.

Por ella consta que un bermejino, pues al cabo bermejino era Mutileder, ya que Vesci era la Villabermeja de entonces, rivaliza con Salomón y viene a hacer el brillante y extraordinario papel que verá el que siguiere leyendo.

Palabra del Dia

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