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Actualizado: 1 de junio de 2025
Y por todas partes, entre la hiedra y el musgo, ó entre las flores silvestres y las altas matas con que adornaba Mayo aquellos montones de labrados mármoles, veíamos los escudos de armas de la casa de Oropesa, esculpidos en las piedras que sirvieron de claves ó de capiteles á las arcadas hoy derruídas.
Cerca de ésta tiene su pequeña cabaña, rodeada de rocas que él ha cubierto con musgo y flores: allí vive como un ermita o como un salvaje, trabajando durante el día, leyendo algunos libros en algunos ratos, de noche, y siempre combatido por una tristeza tenaz.
No hay, sin embargo, duda de que cualquiera de esos sombríos y severos puritanos habría creído que era ya suficiente expiación de sus pecados, ver que el antiguo tronco del árbol de la familia, después de transcurridos tantos y tantos años que lo han cubierto de venerable musgo, haya venido á producir, como fruto que adorna su cima, un ocioso de mi categoría.
No solo siento amor por la naturaleza; siento entusiasmo y hasta delirio. ¿Cómo he de separarme sin dolor de estos lugares en que estan encerradas tantas y tan grandes bellezas? ¿Dónde he de volver á encontrar el horizonte de Granada? ¿dónde esas torres doradas que surgen del seno de las alamedas, esos cerros de nieve en que el sol refleja sus colores, esos arroyos que bullen entre el musgo de las ruinas?
Pero allí estaba Ester, vestida con su traje de pardo color, de pie todavía junto al tronco del árbol que algún viento tempestuoso derrumbó en tiempos inmemoriales, todo cubierto de musgo, para que esos dos seres predestinados, con el alma abrumada de pesar, pudieran sentarse allí juntos y encontrar una sola hora de descanso y solaz.
No conoce a mi Enrique. Cuando lo conozca, le amará como yo le amo... ¿De qué proviene esta tristeza que invade mi alma?... ¡Ah, ese presentimiento! Y luego ese lúgubre castillo... Ese viejo estanque, cubierto de musgo verde... Lo aborrezco. Me da miedo, sobre todo hoy. Está lleno de ranas que saltan ruidosamente de la orilla al agua.
Yo no podía decidirme a dejar perder por mí, por mis hermanas y por la innumerable familia de aldeanos, tan parientes por el corazón como nosotros por la sangre, el vestigio de aquellas venerables reliquias bajo un poco de hierba o de musgo roído continuamente por los carneros en el cementerio de la aldea. Era indispensable para semejantes reliquias un relicario adecuado.
La trompa hizo oír a lo lejos su queja melancólica como un débil suspiro... De repente atravesó la calle y se deslizó entre las patas de los caballos un grueso reptil de larga cola y los dos caballos, asustados, hicieron una huida. Carlos permaneció firme en la silla, pero Eva fue arrancada violentamente de la suya y cayó al suelo, felizmente algodonado de musgo.
Saqué la cabeza por la portezuela: descendíamos entre dos pendientes elevadas, una cuesta enteramente empinada, concepción de un ingeniero demasiado partidario de la línea recta, y medio deslizándonos, medio rodando, no tardamos en llegar á un estrecho valle de aspecto siniestro, en cuyo fondo un miserable arroyo corría penosamente y sin ruido, entre espesos cañaverales; sobre sus orillas derrumbadas se veían algunos troncos cubiertos de musgo.
Y las fuentes le obsequian bajo el musgo con una música divina, y entre las ramas, sobre su cabeza, bandadas de currucas le gorjean sus notas más sonoras, y todo el bosquecillo conspira para impedirle la composición de su discurso. Todo el bosquecillo conspira para impedirle la composición de su discurso.
Palabra del Dia
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