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Actualizado: 13 de octubre de 2025


Tiene por ella la adoración religiosa que un buen cristiano dedica a la santa de su iglesia, a la Virgen de su capilla, a la imagen casta y velada que resplandece en el fondo del santuario. Los españoles somos así. Sabemos amar simplemente, heroicamente, sin ninguna esperanza mundana, sin otra recompensa que el placer de caer de rodillas ante una imagen venerada.

Grande era, sin duda, el afecto de Antoñona por su niña, y viéndola tan enamorada y tan desesperada, no pudo menos de buscar remedio a sus males. La cita, a que acababa de comprometer a D. Luis, fue un triunfo inesperado. Así es que Antoñona, a fin de sacar provecho del triunfo, tuvo que disponerlo todo de improviso, con profunda ciencia mundana.

Más que nunca tuvo la sensación de que Charito, como la familia de su tío Ernesto Molina y como su madre misma, no tenían conciencia de los grandes misterios... Y que tampoco la tenían las innumerables personas absorbidas por la vanidad de la vida mundana, devoradas por ella, agitadas como muñecos en la constante preocupación de figurar.

Pero sea lo que quiera del resultado ético de tales novelas, y aunque se diga, quizá con razón, que, más que a malos pensamientos, provocan a asco, siempre será verdad que el género es detestable, no ya por inmoral, sino por feo, repugnante, tabernario y extraño a toda cultura, así mundana como estética.

Gran fe tenían los monjes en sus rezos y en la misericordia de Dios, pero no desdeñaban la mundana prudencia.

Acaso no lo creyó así el Padre, allá en lo interior de su pecho, pues para aclarar y completar lo que había dicho, añadió de este modo: Quiero asimilar vuestra filantropía mundana a un hermoso río, cuyos canales y acequias riegan y fertilizan los campos; mientras que el alma, que se une a Dios por amor, es como el agua que el sol rarifica y levanta y que sube en vapores al cielo. ¿Será esta agua menos útil que la del río?

La pobre Beatriz quedaba así fuera de aquella vida de placer y de lujo, en medio de la cual presentía, por otra parte, que su sencillo traje y modesto continente habría sido motivo de sonrojo. Educada ella misma en los esplendores de la vida mundana, tenía, como la mayor parte de las jóvenes de su clase, irresistibles aficiones a la elegante vida del sport.

Un milagro, sin duda, algo de sobrenatural se requería para resistir a tu amor; pero Dios hubiera hecho el milagro si yo hubiera sido digno objeto y bastante razón para que le hiciera. Haces mal en aconsejarme que sea sacerdote. Reconozco mi indignidad. No era más que orgullo lo que me movía. Era una ambición mundana como otra cualquiera. ¡Qué digo como otra cualquiera!

Celestina practica la piedad actual, que exalta a los santos de moda con detrimento de los demás. ¡Pobres antiguos santos!... Estos son precisamente mis preferidos. Exceptuando el cuarto de Celestina, ¿está todo esto al gusto del día? Para una mujer mundana, no, evidentemente.

Que no cabe avenencia entre tus inquietudes de madre cariñosa y tus... locuras de mujer mundana; y que tienes que decidirte pronto por lo mejor, en la inteligencia de que ambas cosas dentro de ti no han de tardar en producir el mismo fruto que si te decidieras por lo más malo. ¿Qué fruto? El que más temes, Nica.... y el que acaso mereces por castigo.

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