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La mujer y el muñeco. El emboscado. Amantes. La fuerza de las cosas. Mi grande. Pascual Gefosse. La tormenta. Días de prueba. El camino mas largo. El becerro de oro y la vaca rabiosa. Escrito en el agua... La aventura de Teresa Beauchamps El ingenuo. La Turca. La virgen y la mundana. El amante jovencito. La pequeña Papacoda. El café cantante. El mulato enamorado. Colin. El miedo al amor.

Ha caido la Roma de los cónsules, Grecia se anquilosa en la vida de sus piedras heladas. Toda gloria mundana se sepulta en la sima del Espacio infinito por la acción corrosiva de las Horas en pos de las Horas.

Yo estaba absorto, pasmado y lelo, contemplando la seductora ignorancia, la infantil malicia, la franqueza sin freno de aquella alma, a quien la falta de toda educación mundana presentaba en la desnudez de su inocencia.

Y devorábamos el espacio alegremente. Tenía entonces momentos de alegría juvenil, entusiasmos, ideas caprichosas, efusiones de sentimientos que encantaban mi joven corazón, y de los que habría querido llevar alguna parte, á mi pobre madre olvidada en su triste rincón. Entonces comencé á amar á mi padre, y mi ternura hacia él se acrecentó hasta una verdadera admiración, cuando pude verle en todas las solemnidades de la vida mundana, cazas, carreras, bailes y comidas, manifestar las cualidades simpáticas de su brillante naturaleza. Diestro jinete, conversador deslumbrante, excelente jugador, corazón intrépido y mano abierta, yo le miraba como un tipo acabado de la gracia viril y de la nobleza caballeresca.

Si ha cometido alguna falta... ¿Falta? dijo el joven con tristeza. ¿Pues no decían que era usted un gran pecador? ¡Yo un gran pecador, señora! No será tanto como dicen... continuó doña Paulita, con una sonrisa tan mundana, que no parecía puesta en boca de una santa. -No replicó el joven con efusión; no es tanto como dicen, es verdad. Y si he de decirlo todo....

En aquel cuadro de familia, en medio de aquella comodidad mundana que tan bien se armonizaba con su elegancia natural y con su perfecta distinción, nada le recordaba a la modesta empleada y el enamorado estaba bastante entusiasmado para ver en ella la futura condesa de Candore.

Piadosa y mundana, muy sencilla, pero muy preocupada, perfecta en todo hasta en sus leves rarezas había arreglado su vida en concordancia con dos principios que, según decía, eran virtudes de familia: la devoción a las leyes de la Iglesia y el respeto a las del mundo; y tal era la fácil naturalidad que ponía en el cumplimiento de esos deberes, que su piedad, muy sincera, parecía no ser otra cosa que un nuevo ejemplo de la corrección de su trato.

Como si sonaran allí a muy conocidos, abriéronle la puerta de par en par; rogáronle que entrara; le condujeron a un salón que estaba enfrente, y le pidieron el favor de que aguardara unos instantes. El tal salón era un completo museo de riquezas de buen gusto; pero Ángel no tenía los suyos en disposición de entretenerse contemplando aquellas pompas de la vanidad mundana.

Pero ni en la santidad del claustro hay espíritu tranquilo, y aunque no mundana, sino muy ascética, fray Venancio tenía una preocupación constante.

Filosofia, conocimientos humanos, secretos maravillosos, sabiduria mundana, todo lo he ensayado y mi espiritu puede abrazarlo todo, todo puedo someterlo a mi genio: iinutiles estudios! He sido generoso y bienhechor, he encontrado la virtud aun entre los hombres ... ivana satisfaccion! He tenido enemigos; ninguno ha podido danarme y varios han caido delante de mi: iinutiles triunfos!