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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Pasaré aquí de largo, a fin de que nadie tilde de licencioso este escrito, sobre las infernales artes con que La Caramba, industriada por los tres libertinos, excitado su amor propio, anhelante de la victoria, y prendada además de la gallardía e inocencia del casto mozo se esforzó por avasallarle y rendirle a todo su talante.
Iba viviendo gracias a sus corretajes en el mercado de la plaza de la Cebada: viviendo nada más. Gallardo miró compasivamente su triste pelaje de pobre endomingado. Usté querrá ver la corría, ¿eh, compare?... Suba a mi cuarto y que le dé Garabato una entrada... ¡Adiós, güen mozo!... Pa que os compréis una cosilla.
El cansancio obligó á Elena repetidas veces á volver á la mesa; pero al poco rato ya estaba llamando con sus ojos al bailarín, que acudía oportunamente. Torrebianca no ocultó su disgusto al verla con este mozo antipático. Fontenoy permanecía impasible ó sonreía distraídamente durante los breves momentos que Elena empleaba en descansar.
Pues te equivocarías si tal pensaras de mí con relación a este mozo, por lo mucho que te le ensalzo.
Señora con el Niño Jesús con moldura dorada de vara de alto de mano de Parma el Mozo. Dos lienzos de más de dos varas de alto y una y media de ancho con molduras doradas de dos Emperadores á caballo maltratados. Dos lienzos de vara de alto de dos enanos de mano de Pacheco, maltratados. Un lienzo de Erodias con la cabeza de San Juan en un plato del racionero Céspedes.
Algo he hecho yo, ó arrastrada por mi maldad nativa, ó seducida por el enemigo común de nuestro linaje, para alborotar á ese mozo, hacerle abandonar su Universidad y sus estudios, y moverle á venir aquí en persecución mía.
Hable usted con tres amigos en una mesa de café: no tardará mucho en arrimarse alguno que nadie del corro conozca, y con toda franqueza meterá su baza en la conversación. Vaya usted a comer a una fonda, y cuente usted con el mozo que ha de servirle como pudiera usted contar con un comensal.
¿Qué se haría doña Andrea, con tantas hijas, dos de ellas ya crecidas; con el hijo en España, aunque ya el noble mozo había prohibido, aun suponiendo a su padre vivo, que le enviasen dinero? ¿qué se haría con sus hijas pequeñas, que eran, las tres, por lo modestas y unidas, la gala del colegio; con Leonor, la última flor de sus entrañas, la que las gentes detenían en la calle para mirarla a su placer, asombradas de su hermosura? ¿qué se haría doña Andrea?
Tía Pepilla me esperaba en el comedor, en el pobre comedor donde señora Juana iba y venía muy deseosa de atenderme y obsequiarme. Mientras yo me desayunaba alegremente y con buen apetito, tía Pepilla conversaba. Tengo una carta para tí, una carta de Angelina. Ayer la trajeron; hasta ayer vino el mozo.... Ahora te la daré.... Venga esa carta, tía; venga esa carta.... ¡Impaciente! Come y calla.
No ha venido el mozo en toda la semana, y por acá estamos con mucho cuidado, temiendo que el Padre siga malo. El trabajo de la Semana Santa es pesadísimo. Figúrate que el Padre tiene que hacerlo todo.
Palabra del Dia
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