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Actualizado: 7 de mayo de 2025


Y cuando tomé la medicina aquella que sabía tan mal, me dio mi tía dos duritos, y cada vez que había que tomar purga un durito o medio durito. Lo que es en monedas de a cinco, puede que pasen de quince». Sintió que le renacía el valor. Pero cuando le llamaron a comer, y fue al comedor y se encaró con su tía, pensó que esta le iba a conocer en la cara lo que había hecho.

El fogón sólo tenía algunas ascuas; los cacharros, sucios de chocolate, estaban ocultos en el rollo de las colchonetas. La más vieja de la familia le tendía algunas monedas entre suspiros de desaliento. Toma, Joselillo, una plañí decía . No tenemos más; te debo dos reales, que te daré mañana. ¡Ay! ¡Estamos muertecitos de jambre!...

Lo que es que a me gusta el de usted; es el rojo de los Elsberg. Te repito que lo del color es una bicoca, una fruslería. Como ésta; toma. Y le di algunas monedas. ¡Cielo santo! exclamó. Lo que es esta noche voy a cerrar la puerta de la cocina, por si acaso. De entonces acá he aprendido que el color del pelo es en ocasiones detalle de la más alta importancia para un hombre.

Cuando estaba ya montado en la mula, llegó un chiquillo y le dijo: «Aquí tengo dos cuartos para un pito, ¿me lo quiere usted traer?» Y diciendo y haciendo, le puso las monedas en la mano. El hombre se inclinó, tomó el dinero y le respondió: «¡ pitarás!» Y, en efecto, volvió de la feria, y de todos los encargos no trajo más que el pito.

Ahora, todo el dinero que guardaba en el bolsillo, una peseta y algunas monedas de cobre, era para pagar esta carrera de dolor, la última tal vez que harían juntos.

Por mi parte, es con ese espíritu con el que las oigo; pero los «tenedoróa» y los «elegantía» me producen el efecto de duros sevillanos entre monedas romanas. La guerra ha terminado en todo el mundo excepto en España. Los alemanes se han rendido, pero no así los germanófilos, quienes siguen apoyando al káiser y cantando las victorias de Hindenburg.

Podrá ser... Guillermina se despidió rogando a los dependientes que le cambiaran por billetes tres monedas de oro que llevaba. «Pero me habéis de dar premio les dijo . Tres reales por ciento. Si no, me voy a la Lonja del Almidón, donde tienen más caridad que vosotros». En esto entró el amo de la casa, y tomando las monedas, las miró sonriendo. «Son falsas... tienen hoja».

Estaba en fondos y podía convidar á sus nuevos amigos. Los soldados protestaron, riendo. «¿Admitir convites de una mujerEl único que hablaba bien el francés de todos ellos replicó con alegre protesta: Nosotros somos más ricos que usted. Nosotros cobramos en dólares. Ella miró el puñado de monedas de cobre que tenía en una mano. Céntimos, nada más; pero ¿qué importaba?...

Cuando yo me muera, registra mi jergón y encontrarás en esta punta de la izquierda un calcetín con unas monedas de oro. Ya te he dicho, no quiero que las emplees en tierras, sino en géneros de comercio. Así lo haré. Creo que te lo he dicho todo. Ahora dame la mano. Firmes, ¿eh? Firmes. El pobre Tellagorri se olvido de decir Pirmes, como hubiera dicho estando sano.

Le parecía verse ya, en compañía del ilustre Eneene, hundiendo las pecadores manos en las arcas recién llegadas, acariciar las flamantes monedas y atiborrarse de ellas los bolsillos, glotonamente.

Palabra del Dia

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