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Actualizado: 7 de noviembre de 2025


Y la que le dirigía levantó por el costado derecho su saya azul, metió la mano en una anchísima faltriquera que apareció encima del refajo encarnado, sacó cuatro piezas de á dos cuartos, y las arrojó sobre la mantilla. En la misma operación la siguieron otras compañeras y algunos hombres; y en muy pocos instantes quedó la mantilla medio cubierta por las monedas de cobre.

Mi mujer me miraba con cierta maravilla, al observar la séria importancia que yo daba á un accidente tan pasajero; pero yo estaba herido por una especie de remordimiento, y no pude menos de proseguir: si aquella mendiga no hubiese perdido, como el hábito horrible de la miseria, la justa apreciacion de su decoro, si no hubiese sacrificado su dignidad al embrutecimiento que sigue siempre al desamparo y á la abyeccion; si con la sensibilidad de su cuerpo no hubiese perdido la sensibilidad de su conciencia; si aquella infeliz vieja viviese para la vida del espíritu, como vive para la vida del abandono, seguramente hubiera despreciado la donacion de mi soberbia, la jactanciosa caridad de mi egoismo; seguramente hubiera despreciado una limosna que no escucha un ruego natural; que da dos monedas, y camina ufana porque ha sido altanera y cruel.

¿Las encontraste? le preguntó la sobrina de Coletilla con curiosidad y cierto temor. contestó él sonriendo al recordar la escena de las monedas, que refirió después sin omitir el extraño incidente de doña Paulita. Oyó Clara con mucho interés este último punto, y después dijo con tristeza: Ya lo sabía. ¿Cómo? ¿Ella te ha dicho algo? No; pero lo he conocido, me lo habla figurado.

Era tan feliz en aquella corrupción, que le parecía haber sujetado la rueda de la fortuna; además, Körner, que se había hecho muy amigo suyo, la había convencido, a fuerza de hablarle de cosas que ella no podía entender, de que aquel pequeño anticipo de miles de duros daría por resultado una riqueza verdadera, digna de los grandes señores de otras tierras, que no contaban, como los de allí, los millones por reales, sino por pesos fuertes y otras monedas análogas.

10. ¿Son monedas actuales de Venezuela el centavo, el real y el fuerte, y cuál es su valor? 11. ¿Cuántos habitantes tiene Venezuela? 12. ¿Vive la mayor parte de los habitantes en el campo o en las ciudades? Descríbase Caracas. 14. ¿Por qué es notable? Nómbrense algunos atractivos de Caracas. 16. ¿Cómo puede estudiar el viajero la vida de la capital? 17. ¿Qué efecto producirá esto?

Sin embargo, sólo era por la noche, cuando había concluido su trabajo, que las sacaba para gozar de su compañía. Había sacado unos ladrillos del suelo, debajo del telar, y había hecho un agujero en el que colocó la olla de hierro que contenía las guineas y las monedas de plata. Cubría los ladrillos con arena siempre que los volvía a colocar en su sitio.

Desapareció Emma, y tío y sobrino, por afinidad, callaron como mudos. Entre el tío y él había para Bonis un abismo... mejor, un océano de monedas de plata y oro, que bien subirían a.... Dios sabe cuántos miles de reales.

Las monedas de plata son el sucre, la peseta, equivalente a veinte centavos, el real de diez centavos y el medio real. Hay monedas de menos valor, es decir, de cinco y de dos centavos, de un centavo y de medio centavo. La capital de la nación es Quito, con unos 75,000 habitantes. Está situada en las montañas, a una altura de más de 9,000 pies, en una fértil meseta.

Ricardito les dijo que el jurisconsulto me había despedido por abuso de confianza; «no lo aseguraba... así lo decían... algo habría de cierto; el dinero es pegajoso; no es difícil que al contarlo se le pasen a uno dos o tres monedas falsas, o, lo que es más fácil todavía, que le falten a uno cinco o... más duros». Pero Ricardo repetía que era yo persona honradísima, incapaz de faltar a la confianza que depositaran en ; éramos condiscípulos, amigos, y él me defendería contra viento y marea.

Su siempre viva imaginación veía las monedas que había tenido, la media onza, la pieza de a cuatro, los tres duros algo anticuados y por lo mismo más valiosos. ¿En dónde estaban? Poco a poco fue recordando que la primera había caído en tal tienda, la segunda más allá, y que a ocupar su lugar venían pesetas gastadas y algún duro flamante que parecía de lata.

Palabra del Dia

machacado

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