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Es un buen hombre, y yo le quiero mucho... Y a doña Bárbara, ¿la conoce usted? Yo tampoco... Pero cuando Jacinta y yo seamos amigas, también lo seré de doña Bárbara... Francamente, estoy admirada del cariño que le tengo ahora a la mona del Cielo, cuando en otro tiempo, sólo de pensar en ella me ponía mala.

«Yo tengo una niña dijo Mauricia en una de sus confidencias . La puse por nombre Adoración. ¡Es más mona...! Está con mi hermana Severiana, porque yo, como gasto este geniazo, le doy malos ejemplos sin querer, ¿ sabes?, y mejor vive el angelito con Severiana que conmigo.

Entre las barracas corría un arroyo de aguas sucias que se desbordaban al chocar con un perro muerto e hinchado, y en distintos sitios se veían grandes montones de trapo, ferretería de desecho, rejas desbaratadas, llantas de carros, pilas de ventanas sin vidrios y huesos de animales. La más asquerosa de aquellas viviendas era la del Guarro y la Mona. Para entrar tuvieron que agacharse.

Jacinta no pensaba en nada importante; Fortunata , y por la mente le pasó toda su historia como envuelta en una nube de fuego. Se le vinieron a la boca palabras duras para increpar a aquella mona del Cielo, que le había quitado lo suyo. ¿Pues no era esto una gran injusticia?

En Junio, , bien me acuerdo, todo era te quiero y te adoro, y bastante que nos reíamos de la mona del Cielo, aunque siempre la teníamos por virtuosa. ¿Que es sagrada, dices?... ¿Entonces, para qué la engañas? ¡Sagrada! Ahora sales con eso. Cojo mi sombrero y no me vuelves a ver... Eso es que lo quieres hace tiempo. Estás buscando un motivo, y te agarras a lo que dije.

Calumnia no dijo la de Fenelón, atendiendo más a su corte . Podrá ser equivocación. ¿Quién demonios sabe lo que pasa en el interior de la mona? Que el difunto Moreno andaba loco por ella, no tiene duda. Falta saber, por ejemplo, si ella le correspondía o no. me dijiste que , y que tenían citas...

Lo he estrenado hoy... no lo ensuciaré, porque no bajo al patio añadió la pequeña, hinchando de gozo y vanidad sus naricillas. ¿De quién eres? ¿Cómo te llamas? Adoración. ¡Qué mona eres... y qué simpática! Esta niña dijo una de las vecinas , es hija de una mujer muy mala que la llaman Mauricia la Dura.

Aunque parezca mentira, Bernardino tenía su casa entonces, es decir, dormía bajo techado, y una hermana, muy mona, que se llamaba Pilar y cosía para fuera; ésta, que sabía los quebraderos de cabeza del joven, no cesaba de decirle: ¡Mira, Bernardino, no eres hombre, si no te casas con la de Vargas!

Nicanora le volvió cara arriba para que respirase bien, le puso las piernas dentro de la cama, manejándole como a un muerto, y le quitó de la mano el palo. Arreglole las almohadas y le aflojó la ropa. Había entrado en el segundo periodo, que era el comático, y aunque seguía delirando, no movía ni un dedo, y apretaba fuertemente los párpados, temeroso de la luz. Dormía la mona de carne.

Tan pesado se puso que al cabo los Cardenales bailaron sobre la carretera, á la luz de la luna, entre la algazara del cortejo nupcial que los jaleaba desde los coches. Pero aquel momento gozoso fué turbado por la mala intención de Antoñico, que participó al maestro carpintero cómo Frasquito intentaba darle amoniaco para limpiarle la mona.