Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 6 de junio de 2025


Don Alvaro, cuando no estaba en el campo, se acostaba en seguida, y como comía bastante y bebía más del exquisito vino que se cría por allí, y que es mejor que el de Jerez, con perdón sea dicho, se tendía en su cama y estaba roncando hasta las cuatro o las cinco de la tarde. A los niños se los llevaban Serafina, el ama, y Calvete al otro extremo de la casa, donde no molestaban con su ruido.

Creían hacerla un gran favor aquellos corteses bañistas cuando la invitaban a las fiestas con que entretenían los ocios de la temporada; y no podían imaginarse hasta qué extremo la molestaban poniéndola en el deber de aceptarlo todo. ¡Fiestas a ella, que venía huyendo de las que le habían envejecido el espíritu a lo mejor de la vida!

Por celos había ido suprimiendo a los otros roders que infestaban la sierra; en los caminos, uno hoy y otro mañana, había asesinado a antiguos enemigos, y muchas veces bajó a los pueblos en domingo para dejar tendidos en la plaza, a la salida de la misa mayor, a alcaldes o propietarios influyentes. Ya no le molestaban ni le perseguían.

Barbarita, que tanto apreciaba a su buen amigo, estaba, como suele decirse, al quite de estas bromas que tanto le molestaban. «Hijo, no te pongas tan pesado... deja marchar a Plácido. , como te estás durmiendo hasta las once de la mañana, no te acuerdas del que madruga». Jacinta, entre tanto, había salido un rato de la alcoba.

En la pieza donde estaba instalado el buffet encontró a María Teresa. Acababa de llegar de París, donde vivía largas temporadas. Una rápida aparición en Madrid, y luego a huir otra vez. La molestaban y la hacían reír a un tiempo la curiosidad malsana y la altivez miedosa de sus amigas.

Los enfermos graves eran pocos, y como por razón de su estado se hallaban recluidos en sus habitaciones, no molestaban a los que querían divertirse; los cuartos eran limpios, la comida, si no muy delicada, abundante y sabrosa, las camas aceptables, el campo delicioso, y las excursiones salían baratas; de suerte que todo el mundo estaba contento, sin acordarse el bolsista de sus negocios, ni el empleado de su oficina, ni la mujer hacendosa de los quehaceres de su casa, ni mucho menos el estudiante de sus libros: las niñas en estado de merecer disfrutaban bastante libertad para dejarse galantear a sus anchas por los muchachos; y, según malas lenguas, de igual libertad se aprovechaban algunas casadas, si no para permitir que fuese invadido allí mismo el cercado ajeno, a lo menos para demostrar que no lo defenderían mucho cuando, de regreso en la corte, fuesen menor el peligro de la murmuración y las ocasiones más seguras.

Por más que D. Francisco protestase del gusto que tenía en ver su casa llena de serafines, alguna vez le molestaban. Cuando se les ocurría admirar la obra peluda y se enracimaban en torno a la mesa, el gran artista, sin poder respirar dentro de aquella corona de preciosas cabezas, les decía riendo: «Niñas, por amor de Dios, echaos un poco atrás.

Y los dos borrachos, agarrados fraternalmente de los hombros, con las húmedas nances casi juntas, asomábanse a la puerta del cafetín con risita maligna al pensar que molestaban al dueño. ¡Fuego...! ¡fuego...! Y después de gritar se metían apresuradamente en la taberna, fingiendo susto, como chicuelos que acaban de hacer una travesura. Los organizadores de la falla se resistían.

Todas las compañías, hasta la de su tío, le molestaban menos la de ella. Aunque estuviese entregado a una meditación dolorosa, y las lágrimas corriesen por sus mejillas escaldándolas, la aparición de Cecilia en su cuarto, obraba como un calmante, suavizando su dolor. Cedía a sus consejos con respeto, y se dejaba guiar y mimar por ella como un niño enfermo.

Está bien dijo finalmente . Sólo te ruego que vuelvas cuanto antes á encargarte del mando... No olvides lo que pierdes teniendo el buque amarrado. Pocos días después de la partida del vapor, cambió radicalmente el modo de vivir de Ulises. Ella no quiso continuar alojada en el hotel. Acometida por un pudor repentino, le molestaban las curiosidades y sonrisas de pasajeros y criados.

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando