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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Desgraciadamente, en esta casita de la calle de Moreno, en cuyo umbral se había sentado Pampa, no se veía tras los visillos más que la figura acartonada de misia Casilda, en las tardes de los días festivos... La calle, con ser central y la hora temprana, estaba desierta; el frío era crudísimo.

Y viendo que misia Casilda no daba muestras de aflojar los monises, el portugués se alarmó. ¿El señor Vargas no había dejado nada para él? porque estaban a 24 de junio, término de la prórroga; si el pagaré no lo saldaba el señor Vargas, en cumplimiento de su compromiso, se vería él en la dura necesidad de presentárselo al fiador, a Esteven.

Hay que tenerle lástima. ¡Lástima, cuando es un sinvergüenza, un perdido, que deshonra a la familia! Un desgraciado, más bien, mamá replicó dulcemente la niña. Misia Gregoria se sentó.

Tan cierto, como ahora es de noche. Misia Casilda tomó a lo serio aquello y se asustó. ¡Vaya un bonito modo de pensar! Quién le metía a él en la Bolsa, sin experiencia y sin fondos, porque, sin duda, para comprar oro y comprar acciones, y jugar a la baja o a la alza, como él decía, se necesita tener con qué; lo mismo que en la ruleta de los garitos. El joven se rió.

El criado de Esteven era muy bruto, y se permitía ofrecerle puntapiés cada vez que le veía; luego, como misia Gregoria estaba con frecuencia en la pieza que da al recibimiento, no era posible hablar a Susana, sin que ella lo pispara.

Pero misia Melchora aviene y concilia las memorias, atribuyendo a todos sus ascendientes por línea propia y marital, ya sean personajes coloniales, ya proceres argentinos, las cualidades de la hidalguía castellana, llena de soberbia altivez y de un orgullo cuyos límites alcanzan a los cuernos de la luna.

Vióle don Pablo llegar a Colón, abrirse la portezuela y bajar dos niñas de blanco, que al punto no reconoció, y luego... misia Goya y don Bernardino Esteven, llevando detrás, como cosido a sus talones, al mismo, al mismísimo Quilito. ¿Era casualidad? ¡Lo que le dió aquello que pensar!

Cuando pasaba un nuevo gobernador camino de su ínsula, un obispo en gira pastoral, o los señores de la Real Chancillería, la casa del alférez era su posada, y los viajeros no tenían gran prisa en partir, como si los encantase la belleza y el señorío de Misiá Rosa, cuya fama había salido a su encuentro a muchas jornadas de camino.

Porque hay que decir, que ni el padre, ni la madre, ni los hermanos, ofrecían un ejemplo digno de imitarse: misia Gregoria, en primer lugar, que recordaba, como horrible pesadilla, los años pasados bajo el cerrojo de su padre, don Aquiles, no quería oír de poner cortapisas al capricho de sus hijos; dejarles, que hagan lo que quieran, que gocen sin trabas de la edad dichosa... ¡Contrariar a los niños, hacerles llorar! ya vendrán, ya vendrán las penalidades de la vida, demasiado pronto, y entonces sabrán lo que es sufrir: ahora, dejarles en libertad.

Hable usted de lo de anoche, Misiá Zobeida dijo Concha interrumpiendo a la buena señora en sus alabanzas al mar y a la hermosura de la mañana, tópicos con cuyo desarrollo entretenía su timidez . Isidro es un buen amigo... de lo más servicial. Yo le conozco desde que me llevaban al colegio.

Palabra del Dia

bagani

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