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Actualizado: 8 de julio de 2025


Maltrana examinaba mentalmente esta avalancha de miserias, odios y desesperaciones, que podía transformarse en un ejército. ¿Qué le faltaba a la horda?

Ella ignora que siempre lo ignores, hija mia, las miserias del mundo con que el alma se enfria: placeres, vanidades, vergonzoso dolor, pasiones, locos sueños de mentida ventura, recuerdos misteriosos de tédio y de amargura que hacen subir al rostro la llama del rubor.

Aquella primavera fue el período más feliz de la existencia de Juanito. Amaba, era amado, tenía fe en el porvenir, sentíase a cien leguas de las miserias de su familia, y para mayor felicidad, el tío don Juan, enterado de su noviazgo, lo toleraba, reservándose dar su aprobación definitiva cuando conociese a Tónica.

Porque no era él, le respondieron displicentes. Luego la Muerte, y con ella el cambio de dueño, las miserias, las patadas, estaba sobre ellos. Pasaron el resto de la tarde al lado de su patrón, sombríos y alerta. Al menor ruido gruñían, sin saber adonde. Míster Jones sentíase satisfecho de su guardiana inquietud.

Nina desconfiaba, creyendo que todo era broma del guasón de Antoñito, y que en vez de encontrar a Doña Francisca nadando en la abundancia, la encontraría ahogándose, como siempre, en un mar de trampas y miserias.

¡Y que tacaño se vuelve el Absoluto! Mala landre le mate, si con estas miserias logra derribar la Constitución. Deje usted andar, que ya se arreglará esto contestó el viejo dando un suspiro. Y al darlo cerró la boca de tal modo, que parecía que la mandíbula inferior se le quedaba incrustada dentro de la superior.

Tiene además una mala suerte espantosa: todo lo pierde. Estos tiempos son fatales para las personas de sangre real. Casi lloré escuchando sus miserias, y sentí no poder darle más. ¡Una hija de rey!... Pero su padre renegó de ella cuando se fué con un artista obscuro dijo Atilio . Y además, don Carlos no era rey de ninguna parte.

Tónica era un espíritu práctico, que, en medio de sus escapes de pasión, no olvidaba el porvenir con todas sus miserias y monotonías. Insensible a los encantos del paisaje, a la soledad rumorosa que los rodeaba, trazaba planes para lo futuro, para cuando fuesen dueños de una tienda en el Mercado y ella tuviese que desarrollar las facultades de ama de casa.

Todas las miserias de este bajo mundo, todas las injusticias y sufrimientos se olvidaban. Luisa recordaba su niñez, cuando iba sobre la espalda de su madre, la pobre vagabunda, y se decía: «¡Nunca he sido más dichosa, nunca he tenido menos cuidados, nunca he reído ni cantado tanto!

Me gusta verte así. ¿Hay nada más hermoso que la muerte? ¡Morir, acabar de penar, desprenderse de todas estas miserias, de tantos dolores y de toda la inmundicia terrenal! ¿Hay nada que pueda compararse a este bien supremo?... ¿Concibe el alma nada más sublime? ¿Y después? dijo Fortunata, que aun sabiendo con quién hablaba, oía con mucho gusto aquella manera de considerar la muerte.

Palabra del Dia

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