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Actualizado: 27 de junio de 2025


Pasaban el tiempo discutiendo acaloradamente, cambiando insultos y buscándose á continuación, como si no pudieran vivir el uno sin el otro. Este no se batía por la libertad de tales ó cuales pueblos. Tenía la vista larga: no era miope y egoísta, como su amigo «el catalán». Daba su sangre por que el mundo entero fuese libre y desapareciesen todas las monarquías.

Como aún me queda no qué escozor y desasosiego de no haber dado, a pesar de todo lo dicho, concepto cabal de la transfiguración visible y palpable que en D. Joaquín se había verificado, quiero hablar aquí de un solo perfil o toque, a fin de que por él se infiera, rastree y calcule el cambio radical de aquel hombre. Era algo miope y tenía además la vista un poco fatigada.

El soldado de pelo canoso y lentes de miope, que guardaba en plena guerra los gestos de un director de fábrica recibiendo á sus clientes, mostró al mover los brazos unas vendas y algodones en el interior de sus mangas. Estaba herido en ambas muñecas por una explosión de obús, y sin embargo continuaba en su sitio.

Un estallido de alegría germánica borró los últimos murmullos de la decepción causada por Isidro. La risa fue general al ver entre los gendarmes al «doktor» el mismo del que hablaba Maltrana en Tenerife , enorme de cuerpo, grave de rostro, con sus barbas de un rojo entrecano y gruesos cristales de miope.

Sabía perfectamente la duquesa, sin que la quedase la menor duda, que Felipe III era miope de inteligencia; que sólo había heredado de su abuelo Carlos V ciertos rasgos degradados de la fisonomía; que el cetro se convertía en sus manos en rosario; que era débil é irresoluto, accesible á cualquiera audacia, á cualquiera ambición que quisiera volverle en su provecho, y lo menos á propósito, en fin, para regir con gloria los dilatadísimos dominios que había heredado de su padre.

Un personaje importante el tal vasco... La señora infundía respeto a los dos compatriotas del esposo, siempre con la cabeza alta, parca en palabras, llamando a Goycochea por su apellido, como si fuese un amigo en visita, mirándolo todo insolentemente con sus ojos de miope.

Sonó el trompetazo del bautizo, y el «doktor» chapoteó en la piscina, defendiéndose de las manotadas de los negros, ridículo en su aturdimiento de miope, majestuoso por la importancia que concedía al acto y la seriedad con que se alejó chorreando agua sucia por ropas y barbas, luego de recobrar sus anteojos. Continuó la fiesta con visible decaimiento de la curiosidad.

Ni Federico ni nadie.... ¡Déjame en paz!... mira, aquí está el padre Ortega; levántate. #Más personajes.# Un clérigo alto, de rostro pálido y redondo, joven aún, con ojos azules y mirada vaga de miope, apareció en la puerta. Todos se levantaron. La marquesa de Alcudia avanzó rápidamente y fué a besarle la mano. Detrás de ella hicieron lo mismo sus hijas, Mariana y las demás señoras de la tertulia.

A los pocos segundos entra en el despacho directorial el profesor literario: es un hombrón rubiazo, miope, rasurado, inverosímilmente flaco y ya un poco calvo; no sabe dónde poner las manos ni los pies; flota como una deuda en una chaqueta lamentable; diríase que fué criado en un telescopio. Parece aburrido más de cuanto pudiera expresarse.

Y el buen don Esteban, pequeño, rechoncho y miope, sentía en su interior un alma de héroe nacido demasiado tarde al pisar las seculares losas del templo de los Hospitalarios. Las otras iglesias enormes y ricas le parecían monumentos de insípida vulgaridad, con sus fulguraciones de oro, sus escarolados de alabastro y sus columnas de jaspe.

Palabra del Dia

rigoleto

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