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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Lograba que fuera de su casa olvidara o prescindiera el vulgo de los antecedentes de D. Joaquín, no le quisiera mal y casi le respetara. Y lo que es en casa, con sus mimos y con su dulzura, Rafaela le hacía dichoso, arrebolando y dorando con luz alegre los días de su vejez y colmándolos de satisfacción y de ventura.

No tuvieron más hijo que yo: me adoraron, sin descuidar mi educación ni excederse en mimos y locuras; estudié, vi mundo; dije que quería viajar, y me abrió mi madre su bolsa anchamente; tuve, hombre ya, algún capricho, muchos caprichos, y se cumplieron.

Cuando despierto por las mañanitas, mi alucinación es tal que con la propia evidencia se confunde, y siento que entran y salen, oigo a Cruz regañando con los chicos y haciendo mimos a los pájaros; oigo a Sola arreglando a los pequeñuelos para que vayan a la escuela, y me digo para mi sayo: «Tempranito se ha levantado mi gente.

Mi amo se rió de la ocurrencia; su prima, haciendo mimos con la boca, fingió cierta hilaridad que le afeaba el rostro amojamado, y consintió al fin. Diome mil golosinas para que comiese a bordo; me encargó que huyese de los sitios de peligro, y no dijo una palabra más contraria a mi embarque, que se verificó a la mañana siguiente muy temprano. Octubre era el mes, y 18 el día.

Hay una palabra en casi todos los cumintán que no se puede traducir á ningún idioma conocido; es como si dijéramos el ¡ole! ó el ¡chachipé! de la taberna del candil de Cádiz. Si no hay lengua en el mundo que traduzca esas palabras, tampoco la hay que lo haga del cariquit-diquitán tagalo. Dicha palabra compendia todo un mundo de mimos, de caricias, de besos, de suspiros.

Jacinta parecía alegre, Dios sabría por qué... Inclinose sobre el lecho y empezó a hacerle mimos a su marido, como podría hacérselos a un niño de tres años. ¡Ay, qué mañosito se me ha vuelto este nene!... Le voy a dar azotes... Toma, este por tu mamá, este por tu papá y este grande... por tu parienta... ¡Rica! Si no me quieres nada. Anda, zalamera... quien no me quiere nada eres .

D. Diego: si usted, en vez de ser un muchacho apocadito, educado a la antigua y sencillo como un fraile motilón, fuera un hombre atrevido, arrojado..., pues..., como somos todos aquellos que no hemos recibido la educación de Grandes de España; si usted se echara de una vez fuera del cascarón de huevo en que le ha empollado la ciencia de D. Paco y los mimos de sus hermanitas, ahora podríamos lanzarnos a una aventura deliciosa.

Ya no haces caso del sinvergüenza de tu maridillo». Celebro que te conozcas. ¿Qué quieres? Que me quieras y me hagas muchos mimos. Yo soy así. Reconozco que no se me puede aguantar. Mira, tráeme agua azucarada... templadita, ¿sabes? Tengo sed. Al darle el agua, Jacinta le tocó la frente y las manos. «¿Crees que tengo calentura?». De pollo asado. No tienes más que impertinencias.

Anda, querida, dame ese gusto... No sabes el sentimiento que tendré si no me lo das... Creeré que has dejado de quererme... María agotó todos los recursos del ingenio para convencerla. Sentada sobre sus rodillas la cubría de caricias, le hacía mimos, enfadándose unas veces, suplicando otras y siempre poniendo unos ojos zalameros a los cuales parecía imposible resistirse.

¡No quiero tu vida, chiquillo! dijo la generala sonriendo y haciéndole mimos con la mano en el rostro. Quiero tu amor; pero un amor verdadero, grande, infinito... ¡ no sabes las locuras que yo sueño, los castillos que levanto en el aire!

Palabra del Dia

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