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El otoño, dorando por entero muchas de sus hojas, haciendo palidecer levemente á otras y dejando verdes las menos, la había convertido en un rico manto de brocado que cubría los formidables hombros de la montaña. El rumor que de ella venía no era, como en la primavera, dulce, sino desapacible. Los olores, acres y punzantes.

El sol apuntaba ya, dorando las copas de los árboles gigantes y despertando a las aves, que comenzaban a cantar volando de rama en rama.

Lograba que fuera de su casa olvidara o prescindiera el vulgo de los antecedentes de D. Joaquín, no le quisiera mal y casi le respetara. Y lo que es en casa, con sus mimos y con su dulzura, Rafaela le hacía dichoso, arrebolando y dorando con luz alegre los días de su vejez y colmándolos de satisfacción y de ventura.

Vuelve los ojos y mira aquel cazador mentecato del gallo , que está ensillando su rocín a estas horas y poniendo la escopeta debajo del caparazón, y deja de dormir de aquí a las nueve de la mañana por ir a matar un conejo, que le costaría mucho menos aunque le comprara en la despensa de Judas . Y al mismo tiempo advierte cómo a la puerta de aquel rico avariento echan un niño, que por partes de su padre puede pretender la beca del Antecristo , y él, en grado de apelación, da con él en casa de un señor que vive junto a la suya, que tiene talle de comérselo antes que criallo, porque ha días que su despensa espera el domingo de casi ración . Pero ya el día no nos deja pasar adelante; que el agua ardiente y el letuario son sus primeros crepúsculos, y viene el sol haciendo cosquillas a las estrellas, que están jugando a salga la parida , y dorando la píldora del mundo, tocando al arma a tantas bolsas y talegos y dando rebato a tantas ollas, sartenes y cazuelas, y no quiero que se valga de mi industria para ver los secretos que le negó la noche: cuéstele brujeleallo por resquicios, claraboyas y chimeneas.

No despertaron hasta después de las nueve de la mañana, precisamente cuando comenzaba a calmarse. Las nubes huían hacia el Norte, en dirección del estrecho de Torres y de Nueva Guinea o Papuasia, impulsadas por las últimas ráfagas, y un sol espléndido brillaba hacia la costa australiana, dorando las olas del golfo de Carpentaria, que aún seguían agitadas.

Temióse, no lo que hacía, sino lo que pudiera hacer de la corte el ilustre descendiente de los Girones, y como es muy principal caballero, y muy poderoso, y muy bravo, se le desterró á Nápoles dorando el destierro con lo de virrey, y como se creía que yo era mucha cosa con el duque y que haría más conmigo que sin , se me envió á San Marcos á hacer penitencia; y como el duque de Osuna no ha cesado de reclamar en estos dos años á su pobre secretario, y como, por otra parte, vos os encontráis con que á pesar de los buenos oficios de don Rodrigo no veis claro en qué consisten tantos reveses y tantas desdichas como sufre España, os habéis dicho: saquemos del encierro á aquel espíritu rebelde, veamos si podemos mudarle á nuestro provecho, y si sus antiparras son más claras que los ojos de don Rodrigo.

Si pedís parecer de los que ahora Están en posesión, y que es forzoso Que el vulgo con sus leyes establezca La vil quimera deste monstruo cómico, Diré el que tengo, y perdonad, pues debo Obedecer á quien mandarme puede, Que, dorando el error del vulgo, quiero Deciros de qué modo las querría, Ya que seguir al arte no hay remedio En estos dos extremos dando un medio.