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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Lo que hoy me trae Cuesta, no hará más que pasar por mis manos, y con esto habré consagrado al Patrocinio siete millones largos, y aún haré más, para que la casa y colegio de Madrid tengan todo el decoro y la magnificencia que corresponden a tan grande instituto... Impulsaremos las obras de los colegios de Valencia y Cádiz...

A menudo se dan objetos que tienen un verdadero valor, por otros que no tienen ninguno, sino el de la moda o el capricho. La sola palabra chic, abreviatura del nombre de un menestral borracho que bailaba el can-can primorosamente, ha producido a todas las industrias parisienses, legítimas e ilegítimas, un número considerable de millones.

Puesto que es necesario dar á seis millones de filipinos sus derechos para que sean de hecho españoles, que se los el Gobierno libre y espontáneamente, sin reservas injuriosas, sin suspicacias irritantes.

Y estas cuatro cifras adicionadas al pie del aviso, daban la respetable suma de dos millones cincuenta mil francos. Así, pues, iba a dividirse la magnífica propiedad que desde dos siglos atrás siempre había escapado a la división, pasando intacta de padres a hijos, en la familia de Longueval.

La ciudad estaba dormida, el mar en calma, el aire diáfano, la atmósfera serena, y en el cielo brillaban millares de millones de estrellas. Cristeta se apoyó de codos en la barandilla y aspiró con delicia el aire que venía saturado de emanaciones salinas. En vano quería serenarse. El corazón le latía como avisando un peligro, y los oídos le zumbaban remedando una canción de amor.

Fué entonces cuando , adelantándose, la poderosa figura del Director General; inmediatamente me hallé con el dorso curvado y el sombrero cumplimentador en la mano. Era el hábito de dependencia; mis millones no me habían dado aún la verticalidad de la espina dorsal. En casa desparramé el oro sobre el lecho y me revolqué en él mucho tiempo, gruñendo sordamente.

Desde entonces, su nombre pareció llenar la habitación, y las dos mujeres le aposentaron en su memoria, imaginándolo como un ser poderoso, todo bondad, que peloteaba los millones y se divertía haciendo ricos a los pobres. ¿Cuándo vamos a ver a don Ramón? era la pregunta que hacían las dos mujeres apenas entraba Juanito en la casa.

Al aparecer Fernanda en sociedad, y aun antes, cuando era una zagalita que iba con la criada al colegio, produjo su figura, su elegancia y sobre todo la amenaza de los seis millones que iban a caer, andando el tiempo, en su regazo, una verdadera explosión de entusiasmo.

»El conde ha sometido el proyecto a su madre, que está dispuesta a firmar a dos manos. La noble dama ha perdido ya sus ilusiones sobre la señora Chermidy que cuesta más de cuatro millones a don Diego y que habla de retirarse a una choza para llorar la dicha perdida pensando en su hijo.

-Pues, ¿cómo, Sancho? -dijo don Quijote-. ¿Haste medido con ella? -Medíme en esta manera -respondió Sancho-: que, llegándole a ayudar a poner un costal de trigo sobre un jumento, llegamos tan juntos que eché de ver que me llevaba más de un gran palmo. -Pues ¡es verdad -replicó don Quijote- que no acompaña esa grandeza y la adorna con mil millones y gracias del alma!

Palabra del Dia

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