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Actualizado: 20 de mayo de 2025
¿Y por qué he de temblar yo? contestó María. Todos callaron. Observábanse diversas impresiones en las fisonomías de los concurrentes. En la mayor parte, la curiosidad y la sorpresa; en la condesa, un interés bondadoso; en las mesas de juego, o, como decía Rafael, en la cámara alta, la más completa indiferencia. El príncipe se sonreía con desdén.
Luego surgía el grito de guerra: «¡Sus, á los indios!» Estaba convenido que los indios debían huir: para eso iban envueltos modestamente en un trozo de tapiz y llevaban en la cabeza plumas de gallo. Pero huían traidoramente, y al verse sobre vargueños, mesas y pirámides de sillas, empezaban á disparar volúmenes contra sus perseguidores.
Roberto se estremeció e inclinó dos o tres veces la cabeza. Y, de repente, como vencido por el dolor, cayó de rodillas delante de la cama gritando: ¿Por qué has muerto? ¿Por qué había muerto Olga? Tal era la cuestión que, en lo sucesivo, preocupó exclusivamente a toda la ciudad. En la calle, en las mesas de los cafés, en los bancos de las cervecerías, no se hablaba de otra cosa.
AUTOR. Amigo mío, estoy encantado de oírle. Linda invención la de V. Eso sí que me gusta, y no aquella pesadez de los golpecitos en las mesas y de la escritura después. Vea yo cuanto antes a Carmela.
8 Además hizo diez mesas y las puso en el templo, cinco a la mano derecha, y cinco a la izquierda; igualmente hizo cien tazones de oro. 9 A más de esto hizo el atrio de los sacerdotes, y el gran atrio, y las portadas del atrio, y cubrió las puertas de ellas de bronce. 10 Y asentó el mar al lado derecho hacia el oriente, enfrente del mediodía.
Somos unos millonarios del desierto que vivimos todavía en la primera semana de la creación de un mundo. Como quien dice unos millonarios... salvajes. Los tres rieron de este título y luego quedaron pensativos. Sus ojos dejaron de ver el hall donde se encontraban y la elegante concurrencia de las mesas inmediatas.
En una de las mesas próximas había un grupo de individuos que tenían facha de matuteros o cosa tal. A la derecha veíanse dos cursis acompañadas de una buscona y obsequiadas por un señor que les decía mil tonterías empalagosas; enfrente una trinca en que se disputaba acerca de Lagartijo y Frascuelo, con voces destempladas y manotazos.
19 Así hizo Salomón todos los vasos para la Casa de Dios, y el altar de oro, y las mesas sobre las cuales se ponían los panes de la proposición; 20 asimismo los candeleros y sus candilejas, de oro puro, para que las encendiesen delante del oratorio conforme a la costumbre. 21 Y las flores, y las candilejas, y las despabiladeras se hicieron de oro, de oro perfecto;
Los violines colaboraban con desafinados instrumentos de metal, uniéndose á esta cencerrada bailable un claxon de automóvil y varios artefactos musicales de reciente invención, que imitaban dos tablones que chocan, un fardo arrastrado por el suelo, una piedra sillar que cae... En un gran óvalo abierto entre las mesas se renovaban incesantemente las parejas de danzarines.
Después había llegado vagamente hasta él la noticia de que la cadena la vendieron en París por cien mil francos. «¡Ah, miseria!» Los caballeros ya no podían vivir en estos tiempos. Su vista tropezó con el brillo de unos enormes vargueños de labor veneciana montados sobre mesas antiguas sostenidas por leones.
Palabra del Dia
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