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Actualizado: 20 de mayo de 2025
A menudo se juntaban ambas mesas, la de abajo y la de arriba, y se discutía, y se reía y se contaban cuentos subidos de color, y se despellejaba a azadonazos porque no cabe nombrar el escalpelo a Trampeta y a los de su bando, removiendo entre risotadas, cigarros e interjecciones, el inmenso detritus de trampas mayores y menores en que descansaba la fortuna del secretario de Cebre.
Rosas, gobernador propone, a las Mesas electorales esta cuestión: ¿Convienen en que don Juan Manuel Rosas sea gobernador por cinco años, con la suma del Poder público? Y debo decirlo en obsequio de la verdad histórica, nunca hubo Gobierno más popular, más deseado ni más bien sostenido por la opinión.
En el otro patio que está mas adelante, al entrar del aposento que llaman de los mármoles, habia por sobrecielo para defenderse tambien del calor, unas velas grandes blancas y azules á tiras; y tambien estaba todo este patio entapizado de otros paños de raz muy ricos, y habia puestas por su órden otras mesas.»
Lo entarimaron, lo alfombraron, después pintaron sus paredes y su techo, amuebláronlo con algunas sillas y butacas, pusieron mesas de tresillo y comenzaron a asistir tarde y noche a aquel sitio tan asiduamente como antes al Saloncillo.
Encendieron luz en el gabinete, y sobre una gran mesa que allí había, por el estilo de las mesas de los sastres, Aurora, sacando sus avíos, se puso a cortar y a preparar. Fortunata la ayudaba a desenvolver los patrones y a hilvanarlos sobre la tela.
La tranquilidad se restableció gracias a la intervención de algunos marineros que limpiaban la cubierta y a la amenaza del mayordomo de introducir por las ventanas las mangueras del riego... Con la calma renació el buen acuerdo; todos pedían lo mismo: más champán. Y como era la hora en que se cierra el bar, muchos hacían provisiones, guardando las botellas debajo de las mesas.
En esto, atravesaron al jabalí poderoso sobre una acémila, y, cubriéndole con matas de romero y con ramas de mirto, le llevaron, como en señal de vitoriosos despojos, a unas grandes tiendas de campaña que en la mitad del bosque estaban puestas, donde hallaron las mesas en orden y la comida aderezada, tan sumptuosa y grande, que se echaba bien de ver en ella la grandeza y magnificencia de quien la daba.
Entro un instante en el jardín; ¡imposible caminar! Regreso, y, paso a paso, consigo tomar la línea de los boulevares. La misma animación, el mismo gentío, con más bullicio, porque los cafés han extendido sus mesas hasta el medio de la calle.
Despues de haber descansado en su aposento en la ALJAFERIA, salió vestido de brocado verde, con ropa rozagante, forrada de armiños. Las mesas, como se ha dicho en el capítulo 5.º, se pusieron en el patio, y en su servicio se emplearon invenciones que no deben pasarse en olvido.
Las banderas, las guirnaldas de rosas, todos los adornos multicolores de las grandes fiestas, engalanaban el comedor. Empezó el servicio sin que estuviesen ocupadas muchas de las mesas. Numerosos pasajeros permanecían en el antecomedor para gozar antes que los otros de las anunciadas novedades. Retardaban su entrada las señoras, con el deseo de que sus disfraces alcanzasen mayor éxito.
Palabra del Dia
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