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Actualizado: 30 de abril de 2025


¡Que no lo merezco! No, porque no me amáis. El corazón se rinde al amor, y el amor es tan libre, que todos los tesoros del mundo no bastan para comprarle; ¿cómo he de amaros yo, si desde que os conocí estoy quejosa de vos? ¡Quejosa! ¿Qué habéis querido que no lo hayáis tenido?

No podía hablar por su emoción, y apenas pudo murmurar, al estrecharme contra su pecho: Pero, señor capitán ... yo no merezco ... yo creo que cumplo ... esto es muy natural; yo no soy nada ... ¡qué he de ser yo! ¡Jesucristo! ¡Dios! ¡el pueblo!

Cualquiera de mis hazañas anteriores bastaría para que me fusilasen: no merezco menos... Además, me inspira temor la venganza de los míos. Conozco los procedimientos del «servicio» cuando necesita deshacerse de un agente incómodo que está en tierra enemiga.

Los pocos años disculpan ciertas demencias, cuando de ellas se saca el honor puro y el corazón sano. ¿Para qué me obligas a repetir lo que quiero olvidar, si sólo con recordarlo paréceme que no merezco este bien que hoy poseo, , niña mía?

Señor dije, no merezco ni puedo aceptar los elogios de Vuestra Majestad. Sólo a la bondad del Cielo debo el no ser hoy un traidor mayor aún que el mismo Duque. Me miró con alguna extrañeza, pero no es de enfermos graves descifrar enigmas y renunció a interrogarme. Su mirada se fijó en la sortija de Flavia que yo llevaba puesta.

Largas han sido mis peregrinaciones, aventuras curiosas me han asaltado, y con ellas os entretendré las horas de camino o los ocios de viaje, éstos por mar o aquéllas por tierra, si es que merezco por mi atrición y contrición timore et tremore, volver a tomar asiento en su servicio y asistir cercano a su ilustre persona.

Olvídalo, y a nadie, ni a tu confesor, hables de eso. reconocerás que está lleno de seducciones y que no es extraño que su fantasía acalore y agite el alma de una... Pero no hables de eso. Calla, por favor. ¿De veras no le amas? No. ¿Ama a alguna otra de esta casa? No ... calla... no, a nadie de esta casa respondió turbada . Pero ¿no merezco que me creas? No, casi no.

¡Oh!, mil y mil gracias, señor ministro dijo don Simón cayéndosele la baba ; pero yo no merezco ese concepto... ¡Vaya si le merece usted! replicó S.E. con una sonrisilla y un retintín que acabaron de emborrachar a don Simón; retintín y sonrisa que en aquel personaje y en aquella ocasión venían a significar un pensamiento que podía traducirse en estas palabras: ¡Qué hermoso suizo!

No necesito nada, Clara, no necesito más que verte y que me mires con un poco de compasión. Ya que no la merezco, pero hay momentos en que una gota de compasión puede detener a la muerte, puede salvar un alma del infierno... Yo te lo pido, Clara, yo te lo imploro por la memoria de tu madre.

Nicolás se calmó luego, tomando el tono que cuadra a un sacerdote y con el cual sabía él muy bien rectificar la descompostura que le producían la ira o el contento. «Nada, yo estoy satisfecho, y aunque creo que me lo merezco por mis estudios y por los servicios que he prestado en el confesonario, no he de tener orgullo; y desde ahora lo digo, me he de llevar bien con mis compañeros de cabildo... esta es la cosa.

Palabra del Dia

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