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Actualizado: 6 de junio de 2025
Las comadres celebraron con alborozo el triunfo de Soledad, no sólo por ser de justicia, sino también por espíritu de cuerpo. Era la apoteosis merecida del elemento femenino. Y la celebraban y la festejaban con toda especie de palabrillas, homenajes y sonrisas picarescas.
Nuestra felicidad, aunque sea merecida, parece que les humilla y apenas nacida se disponen á acabar con ella. Perdonad, señores míos... En este momento no puedo sentirme alegre porque temo, en verdad, la envidia de los dioses. Una carcajada estrepitosa acogió tan severas palabras. ¡Imposible, imposible encontrar en el mundo un hombre más chistoso que el dorio!
Miembro de una de las principales familias de Andalucía, y regidor ó Veinticuatro del ayuntamiento de Jaen, su patria, D. Francisco de Viedma disfrutaba en España de una consideracion merecida.
No soy joven, repuso el barón, y las guerras han añadido algunos años á los que ya tengo, pero hasta ahora no me había otorgado el cielo la merced y la honra de cruzar mi espada con otra de tan limpia y merecida fama como la que me opusisteis vos en la liza de Burdeos. ¡Feliz yo mil veces! Imposible me parece todavía haber tenido tan alta honra. ¡Voto á!
En Lausana, uno de los cantones que sobresalen por sus establecimientos literarios y piadosos, existe un colegio de ciegos digno de ser visitado y objeto de admiracion merecida.
Huérfano de padre, el odio que desde pequeño había tenido al segundo marido de su madre, se había tornado en manía homicida. Constantemente golpeado con crueldad, castigado con un salvajismo que superaba en mucho a la severidad merecida por sus faltas, su carácter se había agriado.
No se puede asegurar que la fecundidad de Bretón haya disminuído en lo más mínimo el valor de sus composiciones, antes bien parece que su esmero y diligencia al escribirlas aumentan con el tiempo. Su fama más merecida y popular proviene de sus comedias, representadas con general aplauso, no sólo en los teatros de Madrid, sino en toda la Península, y hasta en las poblaciones más insignificantes.
Después, como si recordase una omisión cometida, principió a enterarse con benévola y afectada atención, de los asuntos de sus comensales. El señor don Rufo Pedrosa era médico, ¿verdad? El ejercicio de la medicina es penoso, sobre todo en provincias, donde no obtiene por regla general la merecida recompensa. El señor Peña, marino, ¿no es eso? Oh, el cuerpo de la armada, siempre ha sido brillante.
Le interesan los políticos, los que mandan o los que estén a punto de mandar, por lo que puedan influir en la seguridad de los empleos de sus yernos y, ante todo y sobre todo, por las probabilidades que el juego político, en su trabajoso ajetreo, ofrezca a Eleuterio para acercarse a la anhelada y merecida cartera de Agricultura, para resolver ya es hora eso del maíz.
Su hermano Enrique, que gozaba de alta y merecida reputación de sabio, muy versado en varias disciplinas, estaba llamado a ser profesor en una Universidad, donde su ciencia y su trabajo, habrían de remediar la escasez de su patrimonio, dándole para vivir honrada y decorosamente, si bien con sobrada estrechez.
Palabra del Dia
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