Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 23 de mayo de 2025
Pasmado el mercader le empozó á tratar con mas miramiento; y viendo Zadig que habia despertado su curiosidad, se la aumentó instruyéndole de varias cosas que no eran agenas de su comercio; de la gravedad específica de los metales y otras materias en igual volúmen, de las propiedades de muchos animales útiles, y de los medios de sacar fruto de los que no lo eran: por fin, le pareció un sabio, y en adelante le apreció en mas que á su camarada que tanto habia estimado, le dió buen trato, y le salió bien la cuenta.
Pero a Juanita le divertía este ejercicio, y tenía una voluntad indómita. A las observaciones que su madre le hacía daba oídos de mercader; acariciaba a su madre para vencer su oposición y disipar su disgusto, y seguía yendo a la fuente a pesar de todas las observaciones. Una tarde del mes de mayo, Juanita se entretuvo en la fuente en larga y alegre conversación con otras muchachas.
Así te asemejas a cierto mercader que el Padre Ambrosio conoció en Roma, de quien contaba que se hizo retratar en escultura y en pintura, con trajes de todas las edades, hasta de aquella en que florecieron los Scipiones y los Favios. Con tan buena maña se formó larga serie de progenitores ilustres.
Menester es que sea muy rico. Volvió de allí á un rato, y dixo que no podia hacer el viage por ménos de veinte mil. Veinte mil le daré á vm., dixo Candido. Toma, dixo en voz baxa el mercader, ¿con que da veinte mil duros con la misma facilidad que diez mil? Otra vez volvió, y dixo que no le podia llevar á Venecia si no le daba treinta mil duros. Pues treinta mil serán, respondió Candido.
Así decia, y en lo interior de su corazon no pensaba mas que en el destino de la reyna de Babilonia. Dos dias despues se partió el mercader Setoc con sus esclavos y sus camellos á la Arabia desierta. Residia su tribu en el desierto de Oreb, y era arduo y largo el camino.
Pero á esto se dice: natural es que suceda tal cosa, en un pueblo donde la competencia representa tantos intereses y tantos goces. El mercader de una pobre aldea, no tiene precision de ser amable, puesto que en la aldea no hay más mercancía que la suya; pero en Paris, la amabilidad es el gran secreto de grandes empresas y de muchas familias.
Así, pues, se dio comienzo a una pesquisa que tenía por objeto un buhonero: nombre desconocido, cabellos negros y crespos, color moreno de un extranjero, mercader de cuchillería y bisutería que llevaba en un cajoncito, y grandes aros en las orejas.
Le contaba mi abyecta fuga, bajo las piedras del populacho; el albergue cristiano que me dieron en la Misión, y mi ferviente deseo de partir del Imperio Celeste. Le pedía que remitiese a la mujer de Ti-Chin-Fú los millones depositados por mí en casa del mercader Tsing-Fó, en la avenida de Cha-Cona, al lado del arco triunfal de Tong, junto al templo de la diosa Kaonine.
En Madrid, Por la Viuda de Alonso Martin. A costa de Diego Logroño, mercader de libros," corregido alguna rara vez y completado por la impresión suelta siguiente: "Núm. 16. Comedia famosa El mejor alcalde el rey de Lope de Vega Carpio... Fin. Hallaráse esta comedia y otras de diferentes títulos en Madrid en la librería de Antonio Sanz, en la Plazuela de la Calle de la Paz. Año de 1741."
Le traían del extranjero docenas de docenas de camisas, que muchas veces amarilleaban olvidadas, sin estrenar, en el fondo de los armarios. Los libreros de París enviábanle enormes paquetes de volúmenes recién publicados, y en vista de sus continuas demandas, escribían en la dirección una línea que don Horacio mostraba con burlona complacencia: «Mercader de libros.»
Palabra del Dia
Otros Mirando