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Actualizado: 4 de julio de 2025
Tengo deseos de ver otra vez el colegio de Vergara, donde estuve dos años... Porque nosotros nos casamos; es cosa resuelta... Mi madre podrá tener intención de dedicarme a vestir imágenes, pero desde ahora renuncio al empleo. Ni me siento en el polletón, ni quiero que San Elías me apunte en su libro de memorias. ¿Qué es eso de San Elías?
En uno de los volúmenes de la obra Memorias de los virreyes se encuentra la Relación de su época de mando, escrito que entregó a la Audiencia para que ésta lo pasase a su sucesor don Diego Fernández de Córdova, marqués de Guadalcázar. La pureza de dicción y la claridad del pensamiento resaltan en este trabajo, digno, en verdad, de juicio menos sintético.
Mañana mismo te llevo a confesar con don Aquilino. Bueno, dale memorias a don Aquilino. ¡Espera, espera, grandísima picara! gritó la señora haciendo ademán de levantarse para castigar a su hija. Pero en aquel instante aparecía en la puerta la figura de don Rosendo con bata multicolor y gorro de terciopelo con borla de seda. ¿Qué pasa? preguntó sorprendido viendo la actitud airada de su esposa.
Era el encargado de la publicidad de la casa, y de su pluma de viejo periodista, de vencido intelectual, salían los prospectos, los folletos, las memorias, las cartas en la cuarta plana de los periódicos, que pregonaban la gloria de los vinos de Jerez, y especialmente los de la casa Dupont, pero en un estilo pomposo, solemne, entonado, que no llegaba a adivinarse si era sincero o una broma que don Ramón se permitía con su jefe y con el público.
En honor del pueblo de Cádiz, debo decir que jamás vecindario alguno ha tomado con tanto empeño el auxilio de los heridos, no distinguiendo entre nacionales y enemigos, antes bien equiparando a todos bajo el amplio pabellón de la caridad. Collingwood consignó en sus memorias esta generosidad de mis paisanos.
Eduardo generoso, Tercero de Ingalaterra, De las tres brillantes rosas, Luz, norte, amparo, defensa; Tú, que en alas de la fama Siempre celebrado vuelas, Ocupando en tus memorias Voz, aplauso, trompa y lengua: Yo soy Estela infelice, Y de Salverich condesa, La conclusión es: Porque en poblado los hombres, Porque en el monte las fieras, Porque en el aire las aves, Cielo, sol, luna y estrellas.
La soga del ahorcado, decía David, ata de pies y manos al tentado en la tentación más urgente, para no torcer de la ley: Funes peccatorum circumplexi sunt me & legem tuam non sum oblitus. Pues porque no esperaremos también que las memorias del brasero, que consumió relapsias de judaismo han de deshacer en humo las tentaciones todas contra la Fe?
Con esto, las Memorias de algunos generales del Imperio y otras historias menos conocidas y una buena dosis de buena voluntad, que suple a veces la falta de ciertas facultades, salí del paso como Dios me dio a entender.
Y como si no hiciera más que traducir en palabras las memorias cifradas que tenía a la vista, me refirió sin disfraces, pero no sin emoción, la historia siguiente:
Según cuenta Barrionuevo en sus Memorias, frailes armados hasta los dientes arrebataban a la justicia del rey, en pleno día y en medio de la plaza Mayor de Madrid, al pie de la horca, a uno de los suyos sentenciado por asesinato. La Inquisición no satisfecha con achicharrar herejes, juzgaba y castigaba... a los contrabandistas de ganado.
Palabra del Dia
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