Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 9 de octubre de 2025
Cállate, criado dijo Meñique; bien sabes tú que la fuerza no sirve para todo. Déjame pensar. Princesa y dueña mía dijo Meñique, después de unos instantes en que se oía correr la luz. Apenas me atrevo a descifrar tu enigma, aunque veo en él mi felicidad. Yo pienso en que entiendo lo que me quieres decir, y tú piensas en que yo no lo entiendo.
Acudió el niño músico, y asustado de ver a la señora tan afligida, le preguntó la causa de su duelo. La marquesa le besó en la frente, le tomó después la mano, buscó en ella un dedo... «¿Es para mí esa sortija? preguntó el muchacho. Para ti. Quizás sea demasiado pequeña... Pero en el meñique bien puede entrar. Ya está. No la pierdas. ¿Es regalo tuyo? Sí».
Besó el gigante la mano de Meñique en señal de respeto, se lo sentó en el hombro derecho, se echó al izquierdo un saco lleno de monedas de oro, y salió andando por el camino del palacio.
Pedro dijo de Meñique muchas cosas buenas, que pusieron al rey de mal humor; pero Pablo dejó al rey muy contento, porque le dijo que el marqués era un pedante aventurero, un trasto con bigotes, una uña venenosa, un garbanzo lleno de ambición, indigno de casarse con señora tan principal como la hija del gran rey que le había hecho la honra de cortarle las orejas: «Es tan vano ese macacuelo dijo Pablo que se cree capaz de pelear con un gigante.
Sí, marqués Meñique respondió el rey, y te daré la mitad de mi reino; o mejor, te compraré en lo que vale tu mitad, con la contribución que les voy a imponer a mis vasallos, que se alegrarán mucho de pagar porque su rey y señor tenga agua buena; pero con mi hija no te puedo casar, porque ésa es cosa en que yo solo no soy dueño.
Por aquí cerca hay uno que tiene muerta de miedo a la gente del campo, porque se les lleva para sus festines todas sus ovejas y sus vacas. Y Meñique no se cansa de decir que él puede echarse al gigante de criado.» Eso es lo que vamos a ver dijo el rey satisfecho. Y durmió muy tranquilo lo que faltaba de la noche. Y dicen que sonreía en sueños, como si estuviera pensando en algo agradable.
Meñique encendió el fuego, y en el caldero que colgaba del techo fue echando el gigante un buey entero, cortado en pedazos, y una carga de nabos, y cuatro cestos de zanahorias, y cincuenta coles. Y de tiempo en tiempo espumaba el guiso con una sartén, y lo probaba, y le echaba sal y tomillo, hasta que lo encontró bueno.
Ya los hombres y las mujeres no estaban separados como en los antiguos tiempos, sino agradablemente confundidos, aunque agarrándose sólo por el dedo meñique. Los mozos terciaban sus garrotes haciéndolos descansar sobre el brazo, lo cual prestaba á la danza el aspecto guerrero que indudablemente tuvo en su origen.
Meñique era tan chiquitín que los cortesanos no supieron al principio si debían tratarlo con respeto o verlo como cosa de risa; pero con su bondad y cortesía se ganó el cariño de su mujer y de la corte entera, y cuando murió el rey, entró a mandar, y estuvo de rey cincuenta y dos años.
Hace muchos años, hijo mío, que estoy esperando por ti respondió el pico. Pues aquí me tiene dijo Meñique. Y sin pizca de miedo le echó mano al pico, lo sacó del mango, los metió aparte en su gran saco de cuero, y bajó por aquellas piedras, retozando y cantando. ¿Y qué milagro vio por allá su señoría? preguntó Pablo, con los bigotes de punta.
Palabra del Dia
Otros Mirando