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La voz del mayorazgo de Montesinos era singularmente armoniosa y dulce, y contrastaba notablemente con lo inarmónico y triste de su figura. El P. Gil, que era la rectitud personificada, quedó un instante suspenso. En efecto, a nadie he oído hacer elogios de usted más que a su hermana dijo al cabo, con naturalidad.

Pues en ese caso repuso don Simón comprendiendo a don Celso , y toda vez que nos falta mucho que andar hoy todavía, ya que he tenido el gusto de conocer al señor, sólo me resta ofrecerme a sus órdenes para cuanto desee, ahora y siempre. Lo mismo digo murmuró el Mayorazgo, tocando apenas con una mano la que le tendió don Simón, y volviendo a mirar a sus cavadores.

Dióle las señas de éste como pudo; y los expedicionarios tuvieron que desandar parte de lo andado, trepar por un escarpado, y subir a la meseta de una montaña, donde hallaron al Mayorazgo presidiendo la roturación de un gran terreno que acababa de adquirir en aquellas alturas. Era hombre joven todavía y de rostro desengañado. No mostró gran curiosidad al verse acometido por el pequeño escuadrón.

Preocupado con esta discusión interior y ganoso de exteriorizarla, como acaece con todo lo que llena y embaraza nuestro espíritu, se aventuró a hacer otra visita al mayorazgo de Montesinos. Esta vez le recibió muy bien, con exquisita amabilidad, como si le remordiese la conciencia de su grosería pasada. Hablaron de cosas indiferentes.

El lector no ha de extrañar que entremos en estos pormenores. Convenía decirlos, y, distraídos con la acción principal, no los habíamos dicho. El niño mayorazgo, hijo de D. José y de Doña Antonia, había ido, hacía poco, al Colegio de guardias marinas de la isla, con buenas cartas de recomendación de su señor tío.

Seturas dijo que nones; pero fué condenado en juicio verbal á dejar la rodada por su linde ... y á dar al concejo tres duros claros de á veinte, por doce columnarias borradas. Entonces se armó la gorda. El mayorazgo protestó contra el acuerdo del concejo, y acudió á un abogado que apoyó sus razones y se comprometió á defenderle en el litigio que se entabló en seguida.

Tampoco detallaré los efectos que en el mayorazgo causaron la bata persa de su amigo y las tapicerías de la habitación en que le recibió. Conocido el tipo, es muy fácil la deducción de estas menudencias.

Eso , y bien claro se lo solfeó á su hijo: «Si llegas á gastar los cuartos que me valieron las tierras sin cantar misa, Dios te la depare buena, porque, lo que es yo, te abro en canalContribuyó mucho á que el chico entrara en el Seminario, el consejo del mayorazgo de la Casona.

Poco después, debido tanto á su precoz desarrollo como á su categoría de mayorazgo, fué admitido en el corro de bolos, donde no tardó en hacer un emboque cerrado, al pulgar, desde el ultimó pás. Los mejores jugadores declararon que, si bien no las borneaba gran cosa, en cambio tenía mucho brazo, y que prometía. Quedó, por lo tanto, admitido entre los jugadores del lugar.

-Siempre tuve yo mala sospecha -dijo Ricote- de que ese caballero adamaba a mi hija; pero, fiado en el valor de mi Ricota, nunca me dio pesadumbre el saber que la quería bien; que ya habrás oído decir, Sancho, que las moriscas pocas o ninguna vez se mezclaron por amores con cristianos viejos, y mi hija, que, a lo que yo creo, atendía a ser más cristiana que enamorada, no se curaría de las solicitudes de ese señor mayorazgo.