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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Estoy casado; el cura me regaña; tuve más de un disgusto con la mujer. Creo que harto escándalo di ya y que es hora de echar algunas paletadas de tierra en la hoguera que me consume... Pero dígolo en verdad, por nada de este mundo quisiera que la rapaza cayera en poder de algún zorrocloco que no tuviera para mantenerla, que la matara de hambre ó le diese mala vida.
Es mi padre sin duda: ¡si te hallára! ¡oh, tú no sabes su altivez cuán fiera! ¡de la espesura próxima te ampara! ¡ten compasion de mí, que me matára si una sombra de duda concibiera! ¿Y no he de verte? Sí. ¿Cuándo? En la hora del silencio y del sueño: ¡huye, bien mio! ¿Y dónde te he de hallar? En la Almanzora: yo en la reja estaré: ¡sálvate ahora! ¡líbrame del terror que siento impío!
¡Ah! ¡Dios mío! ¿pero sabéis quién es don Bernardino? Un impertinente. Todos le temen. Hacen muy mal. Os matará ú os estropeará. Creo que ese hombre tiene la espada más virgen del mundo dijo con desprecio Montiño. ¡Ah! ¡no lo creáis! cuando él habla todos callan. Razón más para dudar de su valentía. Cuando todos temen á un hombre es cuando menos debe temérsele. Vos no iréis.
No, yo no puedo olvidar lo uno, ni sufrir pacientemente lo otro. Odio á Lerma, y he conspirado, conspiro y conspiraré contra él. Mi conspiración ha estado á punto de costarme la honra, y todavía puede costarme la vida. ¡Ah, señora! ¿Se atrevería ese hombre? A todo, á todo por sostener su soberbia; pero el misterio consiste en si me matará él á mí, ó en si yo le mataré á él. ¡Matarle!
Y solamente la vi estremecerse cuando la dije: «¡No! Eso no sucederá. ¡Su nuevo amante morirá pronto: él le matará! ¿Oye usted? ¡Le matará! Usted será responsable de ese asesinato.
Nadie puede decir que no matará á un semejante suyo, á su padre, á su hijo, por un descuido inevitable; pero el hacer una política, una etiqueta, de la facultad de magullar al primer nacido, equivale á usurparme una seguridad que la moral debe garantirme, y juzgadas las cosas en su verdadera significacion, este hecho no es más disculpable que la accion del que extrae de mi bolsillo uno ó cien francos con sutileza y maestría.
Si tú pudieras hacer algo decía, pero no, tienes las manos atadas, y, ¿acaso, una finca se enajena con la facilidad de un objeto cualquiera? hay que darse cuenta, Pablo, de la espantosa desgracia que pesa sobre nosotros. Quilito está obligado a pagar esa suma mañana, y si no puede, se matará; le conozco demasiado. ¡Todo, menos eso! repetía, don Pablo Aquiles, agitándose en el sillón.
Soñaba día y noche con las praderas y las montañas de su tierra; y antes de enfermarse de un «cordial» que le matara, volvióse a ella más que de paso, a los dos años no cumplidos de haberla dejado por tentaciones del enemigo malo.
Antes que todo, habría que demostrar que los dos rusos son amante y querida, cosa que ambos niegan, y después, aunque esto llegara a probarse, para que la Natzichet matara a la Condesa, se necesitaba que ésta fuera un obstáculo para su amor. ¿En qué forma lo era? ¿Podía, acaso, la infeliz, ni sabía cómo impedir al Príncipe que se fuera con otras mujeres? ¿De qué modo hacía sombra esa desgraciada a la nihilista? ¿No tenían los dos rusos plena libertad para permanecer juntos en Zurich?
¡Nada sé, porque, si no puede aplazarlo, puede anticiparlo... todo dependerá del período que dure su trabajo... en cuanto lo termine se matará de seguro! ¿Y a qué altura está en su tarea?... ¿tú no lo sabes?... ¿No vas nunca al taller después del suceso?
Palabra del Dia
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