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Actualizado: 28 de junio de 2025
Esto me era insoportable, tanto más cuanto que yo soñaba con poner en ejecución cierto atrevido proyectillo, que consistía en ir a visitar por cuenta propia uno de los navíos, llevado por algún marinero conocido, que esperaba encontrar en el muelle.
Era el galan pretenso un marinero, El precio una cabeza de pescado; Acude
Abajo, en la cocina, humeaba el café entre dos galletas de marinero. El «gato» de barca cargaba con varios cestos vacíos. Delante de él marchaba el patrón como un guerrero de las olas, llevando los remos al hombro. Sus pies marcaban en la arena una huella rápida. A sus espaldas, el pueblo empezaba á despertar.
"Aun bien dijo Cloelia , que traigo conmigo las joyas de mi señora." Y aconsejándonos los cuatro de lo que hacer debíamos, fué parecer del marinero que nos entrásemos el río adentro; quizá descubriríamos algún lugar que nos defendiese, si acaso los de la nave viniesen a buscarnos.
Saltó, rugiendo de ira, pero ileso, el marinero; llegó hasta la agresora, y bañándola en sangre la cara con una sonora bofetada, la tendió en el suelo cuan larga era.
La vieja, y el bufón, hablando quedo y suspirantes, bajan a franquear la puerta al marinero. En la antesala el viento se retuerce ululante y soturno. Las vidrieras, tan pronto se cierran estrelladas sobre el alféizar, como se abren de golpe, trágicas y violentas. El marinero llega acompañado de los criados y se detiene en la puerta, sin aventurarse a dar un paso por la estancia oscura.
Despues fué llevado á los reales con el marinero, que en castigo le tuvieron atado de pies y manos toda la noche, á cuatro palos hácia diversas partes, y por la mañana fué azotado con riendas: mas contra el sacerdote no hicieron cosa indecorosa, sino algunas amenazas, ponerle miedo con algunos tiros al aire de escopetas, y con dicterios.
«¿Les parece a ustedes que ésta es hora de empezar un combate? ¡Las doce del día!» exclamaba con ira el marinero aunque no se atrevía a hacer demasiado pública su demostración, ni estas conferencias pasaban de un pequeño círculo, dentro del cual yo, llevado de mi sempiterna insaciable curiosidad, me había injerido.
Oyéronse en la sala fuertes murmullos por algunos instantes, y un marinero contestó después muy recio: Quince hombres y veinte mujeres. Enestonces, debe haber en la mantilla ... veinte y diez, treinta, y cinco, treinta y cinco.... Treinta y cinco riales ... menos treinta y cinco chavos. Cabales....
Un soldado preguntó a uno de sus camaradas, que volvía de una campaña, si había hallado mucha hospitalidad en Holanda. ¡Oh! sí, mucha; casi todo el tiempo que he estado allí, lo he pasado en el hospital. 70 En cierta ocasión preguntó un comerciante a un marinero: ¿En dónde murió su padre? En el mar. ¿Y su abuelo? En el mar. 75 ¿Y su bisabuelo? Señor, también murió en el mar como los otros dos.
Palabra del Dia
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