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Actualizado: 28 de julio de 2025
No había a bordo grumete más ágil ni marinero más intrépido, ni nadie tenía la mirada más penetrante para descubrir a lo lejos la tierra velada por la bruma. Nadie apretaba con más gracia y presteza una gavia. ¡Y qué corazón!
Este cuadro nos impresiona instantáneamente; nos impresiona de un modo profundo, sin que nos dé tiempo de deliberar acerca de si debe impresionarnos ó no, como el esquife que se pone sobre un torrente, no deja tiempo al marinero de echar el áncora. Esto nos impresiona como el fuego nos quema: sin saberlo nosotros, aún contra nuestra propia voluntad. Ese es el arte; ese es el genio, ese es Vernet.
Casi de los primeros que a ellas bajaron fueron D. José María Malespina y su hijo. Mi primer impulso fue ir tras ellos siguiendo las órdenes de mi amo; pero la imagen del marinero herido y abandonado me contuvo. Malespina no necesitaba de mí, mientras que Marcial, casi considerado como muerto, estrechaba con su helada mano la mía, diciéndome: «Gabriel, no me abandones».
Libre de golpear en la cadena sin hacer daño al preso, Tragomer rompió las dos anillas y se las metió en el bolsillo, mientras Jacobo, echando fuera, el inmundo sayal de tela de sacos, se ponía el traje de marinero.
No es de olvidar que los restos mortales del insigne marinero fueron embarcados é hicieron todavía dos viajes atravesando el Atlántico y el mar de las Antillas.
«Buen marino era Medio-hombre decía mi compañero de viaje . ¿Pero quién le metió a salir a la mar con un cargamento de más de sesenta años? Bien empleado le está el fin que ha tenido. Era un valiente marinero dije yo ; y tan aficionado a la guerra, que ni sus achaques le arredraron cuando intentó venir a la escuadra.
Y esto en invierno; que en verano, ó cierro la puerta de mi antepecho, ó he de contemplarlos hasta en la menor particularidad de su vida íntima, tanto de día como de noche.... Por hacerme partícipe de sus costumbres estas pobres gentes, hasta me despierta á mí al mismo tiempo que á ellas el penetrante é intraducible grito de ¡apuyááá! con que les llama, á las tres de la mañana en verano y á las cinco en invierno, para ir á la mar, otro marinero que tiene por esta obligación algunos gajes.
Era marinero, y cuando estaba en Cádiz y en tierra, venía a casa borracho como una cuba y nos trataba fieramente, a su hermana de palabra, diciéndole los más horrendos vocablos, y a mí de obra, castigándome sin motivo.
Para contar cómo me salvé, no puedo fundarme sino en recuerdos muy vagos, semejantes a las imágenes de un sueño, pues sin duda el terror me quitó el conocimiento. Me parece que un marinero se acercó a D. Alonso cuando yo le hablaba, y le asió con sus vigorosos brazos.
A dónde fuiste, blanca flor, caida Del árbol de esperanza de la vida A ese abismo sin fin; Cual de la palma al borde de un torrente Hoja que arrastra rápida corriente, Y la lleva á regiones sin confin? Al borde de ese abismo te lloramos, Y con vista anhelosa te buscamos Sin poderte encontrar, Como busca con ansia el marinero Al que cayó del alto mastelero Y se perdió en las ondas de la mar.
Palabra del Dia
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