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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Luego que se hubo arreglado, pasamos al comedor, situado en la planta baja, con dos puertas vidrieras al patio. Era una pieza grande, un poco destartalada, donde había dos armarios de roble tallado antiguos, espejo grande de marco negro, una mesa elástica de estilo moderno y sillas de rejilla.
Las ventanas son de una proporcion séria, y no llevan otro adorno que un marco sencillo sin moldura alguna, á excepcion de la fachada principal, en cuya crugía se hallan distribuidos los pabellones de gefes y oficiales con balcones adornados de marcos con molduras y frontispicios, cuya arquitectura puede corresponder al siglo diez y ocho, y seguramente será en el último atendida la renovacion que se hizo de este edificio en 1772 segun se ha manifestado, en cuyo año se le dió la planta que hoy conserva, habiendo quedado muy poco del tiempo de los moros y del de los reyes de Aragon.
Una de las partes mas incorrectas de este mapa es el curso del rio Paraguay, y fué precisamente el que el P. Quiroga tuvo la oportunidad de rectificar poco despues, cuando en 1752 acompañó al comisario español, D. Manuel Antonio de Flores, encargado de poner el marco divisorio en la boca del Jaurú, en cumplimiento del articulo 6 del tratado, ajustado en Madrid en 13 de Enero de 1750.
Dejó la puerta entreabierta levemente, para evitar el ruido giratorio del picaporte. Una silla mantuvo su hoja apoyada con suavidad en el marco del quicio. Todavía se levantó varias veces, despojándose en cada uno de estos saltos de una parte de sus vestidos. Así aguardaría mejor. Se estiró sobre el lecho, dispuesto á permanecer en vela toda la coche si era preciso.
Parecíame todo el valle, relativamente a la altura de su marco, de una pequeñez asfixiadora, y considerábame caído de las nubes en el fondo de un dedal enorme. ¿Qué idea tendría Chisco de la Gloria celestial, cuando la ponía solamente un punto más arriba que aquello en la escala de lo hermoso y admirable? ¡Dios eterno, qué envidia tuve entonces a los pájaros porque volaban!
Conocía muy bien esa puerta: Marta en sus cartas la llamaba la puerta del infierno, porque tenía que pasar por ella cuando iba a la ciudad, llamada por su suegra. Al penetrar bajo la obscura bóveda, vi de improviso el «castillo,» en medio del arco de la puerta que le formaba como una especie de marco negro. Estaba apenas a una distancia de mil pasos.
El deber, el deber... es cumplir con la gente, ¡Fermo! ¿Y por qué se le ha antojado al espantajo de don Cayetano encajarte ahora esa herencia? ¿Qué herencia? De Pas daba vueltas en una mano al sombrero de teja, de alas sueltas, y se apoyaba en el marco de la puerta, indicando deseo de salir pronto. ¿Qué herencia? repitió.
Todos los dibujos, pinturas y grabados que hemos visto que en verdad no son pocos representando la muerte del pecador, asunto muy rebuscado por los indios, se quedan muy chiquitos al lado del que hemos convenido en llamar cuadro, más bien por el marco que tiene que por el fondo, fondo que lo constituye unas cuantas libras de almazarrón, delineando la más completa colección de pinchos, ruedas y garfios que hasta entonces habíamos visto.
Pisanos, venecianos y genoveses, aprovechadores de la brújula inventada por los árabes, iban en busca de los productos del Asia siguiendo el mar Rojo o cruzando el mar Caspio. Osados aventureros escribían con espíritu romanesco el relato de sus largos años de aventuras, y los viajes de Marco Polo y Nicolás Conti interesaban como un libro de caballerías.
El mancebo, con su bigote blondo, su pelo rubio, su tez delicada y sanguínea, el brillo de sus galones que detenían los últimos fulgores del astro, parecía de oro; y la muchacha, morena, de rojos labios, con su pañuelo de seda carmesí, y las olas encendidas que servían de marco a su figura, semejaba hecha de fuego.
Palabra del Dia
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