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Actualizado: 23 de junio de 2025


Con permiso de Vuecencia respondió el apoderado, mansa y respetuosamente , no es el plazo tan desahogado como convendría para una cantidad de esa consideración. En plazos más cortos has sabido facilitarme sumas mayores le replicó el marqués, en tono suave, pero con visos de exigente.

Cuando llegó esta amonestación, ya Lucía había hecho por instinto lo que el Padre Urtazu le aconsejaba. Humilde y mansa como una cordera, sus miradas pedían a cada paso perdón. Miranda apartaba de ella los ojos, tratándola con desdén glacial.

Acostumbrada á ver en los salones de su casa á muchos hombres que habían empezado su carrera siendo pobres y ahora eran millonarios, se imaginó que esta era inevitablemente la historia de todos los humanos y que á Edwin le llegaría su turno. Pero la madre velaba, y cortó con una enérgica resolución esta rebeldía mansa. La señora y la señorita Haynes desaparecieron de su hotel.

Así don Paco se durmió al fin con reposo y merced al silencio, y también se durmió Juanita, a la vera suya, como mansa cordera y no como fiera leona; suave y graciosa como Jerusalén y no terrible como un escuadrón de Caballería. Después de los sucesos referidos han pasado seis o siete años.

En ausencia de la barbarie irruptora que desata sus hordas sobre los faros luminosos de la civilización, con heroica y a veces regeneradora grandeza, la alta cultura de las sociedades debe precaverse contra la obra mansa y disolvente de esas otras hordas pacíficas, acaso acicaladas; las hordas inevitables de la vulgaridad cuyo Atila podría personificarse en Mr.

Ha sido una transformación lenta, pero irresistible: el campo me ha saturado con su calma; se me ha subido a la cabeza como una embriaguez mansa y dulce, y duermo y duermo, siguiendo esta vida animal, monótona y sin emociones, deseando no despertar nunca. ¡Ay Rafaelito! Como no ocurra algo extraordinario y el diablo tire de la manta, me parece que aquí me quedo para siempre.

En esta vida todo es verdad y todo es mentira. Guárdate del agua mansa. No siempre lo peor es cierto. La exaltación de la Cruz, y Luis Pérez el Gallego, impresa en el año 1652 en la gran colección de Comedias escogidas, tomo I . El alcaide de mismo, impreso primero en 1653 en El mejor de los mejores libros que han salido de comedias nuevas: Madrid, María de Quiñones.

No acertaba a explicarse aquella compasión que le transformaba tan singularmente la cara, ni aquella mansa ternura de toda su actitud, ni aquellas desconocidas caricias. Pensó, por un momento, que había salido del sueño terrible para entrar en otro, muy plácido, pero igualmente irreal.

Si á la vez, la mansa brisa Que á los jazmines halaga Y entre su copa se embriaga, Viene mi rostro á besar, Creo que alguna sílfide Que cruza por el ambiente Toca mi pálida frente Con sus alas al pasar. Y si una mujer hermosa De blanca tela vestida, Ante mi vista abstraida Pasa como aparicion, En éxtasis arrobado Bajo influjo de un hechizo, Creo que del paraiso La puerta abre una vision.

Alentado por el buen éxito de ella, salióse del montón de sus hermanos, que en tropel habían bajado con su madre detrás de , y en un dos por tres embridó el rocín después de arrojar al averío las mezquinas sobras del pienso; sacó la mansa bestia al corral, y la plantó allí, en debida forma, para que montara yo.

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