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Actualizado: 23 de julio de 2025
Y en hombros de quatro hombres la elevaron, Y con tipladas voces y harmonía En un alto bufete la asentaron; Donde el xefe de aquella compañía, A quien llaman Autor, en buen romance, Esto añadió con mansa melodía: Es tan dichoso, amigos, este lance, Que al ponderarlo falta la eloqüencia, Ni hay ingenio que pueda darle alcance.
Sitio tan apacible convidaba al reposo, y convidaba a beber el agua limpia del remanso, cuya haz tranquila, rizándose un poco, delataba la mansa corriente o que el agua no estaba estancada y sin renovarse.
En la actualidad no hay ni un solo mueble en dichas celdas; y como, por otra parte, carecieron siempre de toda ornamentación arquitectónica sus lisas paredes, blanqueadas con cal á la antigua española, la revista que nosotros les pasamos habría sido muy corta, si recuerdos históricos y consideraciones de una mansa y cristiana filosofía no nos hubieran detenido largo tiempo en cada estancia.
Garuda, la cigüeña blanca, animal que goza de larguísima vida, vivía mansa, doméstica y feliz en la quinta, como si para ella el tiempo no corriese. Más bien había ganado que perdido, porque el plumaje de la pechuga, que tenía antes un viso ceniciento, había adquirido el brillo y la blancura de la nieve.
Quisiera ver que os tocara con un dedo solamente. No es de vos de quien se venga, es de mí. Sabe que me hiere al maltrataros; pero ahora veremos cómo van a andar las cosas. No tembléis, aunque estuviera cien veces irritada, cedería, y se volvería mansa como un cordero.
Y murmuró al oido del General: De ése le he hablado á usted, es muy rico... la señora condesa se lo recomienda eficazmiente. ¡Ah! Un estudiante de Medicina, un tal Basilio... De ese Basilio no digo nada, repuso el P. Irene levantando las manos y abriéndolas como para decir dóminus vobiscum; ese para mí es agua mansa.
No sé dijo la mansa voz de Carmencita ; ya oyes cómo se queja; está muy malo del cuerpo, sin duda..., y el alma ... ya ves cómo la tiene: sólo salen de ella palabras horribles.... ¿Y por qué estás tú con él? Porque le tengo compasión...; nadie le quiere ni le cuida.... ¿Y «ellas»? Están muy enojadas...; no tienen dinero.... Me dijeron que el marino se había marchado.
-Nunca fui desdeñado de mi señora -respondió don Quijote. -No, por cierto -dijo Sancho, que allí junto estaba-, porque es mi señora como una borrega mansa: es más blanda que una manteca. ¿Es vuestro escudero éste? -preguntó el del Bosque. -Sí es -respondió don Quijote.
Ese rio tiene muy bello porvenir, y no muy tarde el comercio granadino le dará toda la importancia que merece. Abajo del Carare aparece el Opon, rio bellísímo también, cuyas arenas cuajadas de oro sirven de lecho á una corriente mansa, profunda y cristalina. ¡Y qué de recuerdos al ver la embocadura de ese rio!
Apenas salió don Andrés, Juanita abrió la puerta de su alcoba, donde, como en chiquero, había estado doña Inés encerrada. Salió esta de allí algo atontada y muda de espanto. Salió igualmente muy mansa y muy benigna, y aunque perdidas sus ilusiones respecto al misticismo de Juanita, casi tan prendada ahora de su patente bizarría como antes de su misticismo, ya convertido en humo.
Palabra del Dia
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