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Actualizado: 18 de mayo de 2025


MANRIQUE. , Ruiz, pero nada veo. ¿Si te engañaron? RUIZ. No creo... MANRIQUE. ¿Estás cierto que era aquí? RUIZ. Señor, muy cierto. MANRIQUE. Sin duda tomó ya el velo. RUIZ. Quizá. MANRIQUE. Ya esposa de Dios será, ya el ara santa la escuda. RUIZ. Pero... MANRIQUE. Déjame, Ruiz; ya para no hay consuelo. ¿Por qué me dio vida el cielo si ha de ser tan infeliz?

Don Francisco Manrique á caso estaba Aquí con su muger; el adversario A media noche en punto se llegaba Al puerto, donde fué muy necesario Un caso, que diré que allí pasaba, Que mechas de sus tocas hicieron Las damas, y en lo alto las pusieron. Doña María Cepeda con Mencia, Su bella hermana, dicen á Manrique, Que mechas encendidas convenia Se muestren, y campana se repique.

Quintanar dejó caer al suelo un impermeable, como Manrique arroja la capa en el primer acto del Trovador; y en cuanto tal hizo, saltó a los brazos de su mujer, llenándole de besos la frente, sin acordarse de que había testigos.

MANRIQUE. Caballero, hablo con vos; si porque encubierto estoy... NU

La segunda estaba concebida en estos términos: «Año del Señor de 1481, siendo Pontífice Sixto IV y reyes de las Españas y de las Sicilias los católicos D. Fernando y D.ª Isabel, tuvo principio aquí el sagrado tribunal de la inquisición contra los herejes judaizantes, donde después de la expulsión de los judíos y moros hasta el año de 1524, en que reina el divo emperador de romanos, sucesor de los mismos reinos por derecho materno, y siendo inquisidor general el reverendísimo D. Alonso Manrique, arzobispo de Sevilla, VEINTE MIL HEREJES y más abjuraron el nefando crimen de la herejía, y de todos más de MIL obstinados en sus herejías por derecho fueron ENTREGADOS AL FUEGO Y QUEMADOS

Pero el cabildo perdonó los mrs. y mandó volver la prenda, como acostumbraba, por la pobreza del monasterio. Murió á 21 de mayo el obispo D. Juan Daza, y fué enterrado en el coro viejo al lado de D. Iñigo Manrique.

LEONOR. Manrique, espera... Partió sin escucharme... ¡Inhumano! ¿Por qué con delirio insano mi corazón le adoró? ¿Y es éste tu amor? ¡Ay! Ven... No burles así tu suerte, que allí te espera la muerte, y está en mis brazos tu bien. Ya no escuchas el clamor de aquella Leonor querida... ¡Gran Dios! Protege su vida, te lo pido por tu amor.

Cuando vean mis ojos quebrados, cuando toquen mi mano seca y fría como el mármol... MANRIQUE. ¡No me atormentéis, por piedad! AZUCENA. ¿Oyes? ¿Oyes ese ruido? Mátame... pronto, para que no me lleven a la hoguera. ¿Sabes qué tormento es el fuego? MANRIQUE. ¿Y tendrán valor? AZUCENA. ; lo tuvieron para mi madre; debe ser horroroso ese tormento...¡La hoguera!

LEONOR. ¡El es; y desea morir cuando su vida es mi vida! ¡Si así me viera afligida por él al cielo pedir!... MANRIQUE, dentro. No llores si a saber llegas que me matan por traidor, que el amarte es mi delito, y en el amor no hay baldón. ¡Ay! Adiós, Leonor, Leonor. LEONOR. ¡Que no llore yo, cruel! No sabe cuánto le quiero. ¡Que no llore, cuando muero en mi juventud por él!

LEONOR. ¿Me compadeces?... MANRIQUE. Ese llanto, Leonor, no me lo ocultes; deja que ansioso en mi delirio goce un momento de amor; injusto he sido, injusto para ti... vuelve tus ojos, y mírame risueño y sin enojos. ¿Es verdad que en el mundo no hay delicia para ti sin mi amor? LEONOR. ¿Lo dudas?... MANRIQUE. Vamos... pronto huyamos de aquí.

Palabra del Dia

bagani

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