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Actualizado: 9 de junio de 2025
Los rostros son espejo de las almas, suelen decir, y si esto es cierto, ¿cómo no han de ser ustedes benévolas conmigo? El segundo piropo fue recibido también con risas de complacencia por las señoras. Los hombres continuaron sonriendo malignamente. A cantar, a cantar, don Serapio. ¡Pero si no tengo nada ensayado!... No sé cómo arreglarme para corresponder a tanta bondad... Además, estoy ronco.
Debía usted hacerme amigo de ellos. No se tratan con nadie en el buque. Los dos se mantienen aparte, encastillados en su importancia. Pero Ojeda sonrió, encogiendo los hombros, y dijo malignamente, para irritar a su amigo: Si yo fuese brasileño, temblaría sólo al ver los baluartes de legajos que trae ese buen señor.
Todas manifiestan la misma vergüenza, idéntico rubor colorea sus mejillas. A una se le ocurre malignamente proponer que lo estrene Nuncita. Las demás aplauden la idea. Nuncita resiste aterrada. Carmelita ni concede el permiso ni lo niega. Las instancias se repiten sin cesar. Los mancebos encuentran la idea cada vez más original.
Elena fué la primera en darse cuenta de sus evoluciones, y sonrió malignamente. Creo que alguien le busca dijo á Ricardo.
Luego sonrió malignamente, y dijo en voz baja: Ya sabes que nos conocemos, y no ignoro que en tu juventud has hecho el contrabando. Se irguió Tòni con altivez. Ahora era él quien se indignaba. He hecho el contrabando; ¿y qué hay de extraordinario en eso?... También lo hicieron tus abuelos.
Y el cubo de esta rueda era un cráneo, blanco, limpio, brillante, como si fuese de marfil pulido; un cráneo enorme lo mismo que un planeta, que permanecía inmóvil, mientras todo giraba en torno de él; un cráneo luminoso como la luna, que con sus negras oquedades parecía gesticular malignamente, burlándose silencioso de todo este movimiento. La rueda giraba y giraba.
Pero, ¿y si Elena no quiere seguir en el convento y vuelve aquí?... Es obcecada y no es posible tenerla siempre encerrada. No, no volverá exclamó alegremente la condesa . Va a entrar a un lugar del que no se sale nunca. Yo no me fiaría dijo malignamente la viuda . El señor de Bergams sabrá adónde está y le proporcionará los medios de salir del convento. ¡Bah!
Amparito escuchábale complacida, riéndose malignamente del ceceo del viejo y de sus preguntas. ¿Que si tenían novio? No, señor; aún eran jóvenes y podían esperar. Concha sí que tenía algo, pero ella nada.... Nadie la quería... ¡era tan fea...! Y el travieso bebé experimentaba satisfacción al oírse llamar hermosa por aquella boca de ochenta años.
Carecía de ilustración y de experiencia; pero sabía mantener discretamente una conversación y no se le escapaban los defectos del prójimo. Como casi todos los seres débiles, gozaba a veces malignamente a costa de ellos. Es la venganza que la gente sin carácter toma de quienes lo poseen demasiado vigoroso y espontáneo. No obstante, estas ráfagas de ironía y malignidad no eran en él frecuentes.
Paseos los domingos por los alrededores de París, varias idas al cinematógrafo, comentarios sobre las sublimidades de la última novela publicada en el folletón de un diario popular, besos á la despedida, cuando ella tomaba al anochecer el tren de Bois Colombes para dormir en el domicilio paterno: esto era todo. Pero Argensola contaba malignamente con el tiempo, que madura las virtudes más ácidas.
Palabra del Dia
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