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Actualizado: 29 de julio de 2025
No insistió ya en sus objeciones y, después de hacer un ademán de aquiescencia, se volvió silenciosa a sus cacerolas... Al día siguiente, a las nueve de la mañana, Brunete, el pequeño caballo bayo, piafaba impaciente ante la puerta del Sol de Oro. Se habían colocado ya las maletas en la parte trasera de la charrette inglesa, en la que Delaberge tomó asiento al lado de Simón.
Los machetes relucían al caer sobre la tapa de los cajones; el cuero de las maletas abríase rasgado por innumerables puñales, y bajo el cobertizo los dos cosacos batíanse como héroes. A la luz de la luna, veía alrededor del barracón agitar teas.
JULIO. Con sus maletas y cogines. FERNANDO. ¿Qué pusiste en la mía? JULIO. Un vestido negro y alguna ropa blanca en una manga verde que me prestó Ludovico." Lope, La Dorotea, pág. 42. picazo. En el Bol. de la Acad. Véase la nota 12. Véase nota la nota 26. surto, tranquilo, callado. Véase A. Castro, Revista de Fil. Esp., III, 182-183. 'Cinco. Parte XIII. Véase la nota 54.
Respiraron con delicia al verse sentados en un automóvil descubierto, con sus pequeñas maletas entre los pies, corriendo velozmente a lo largo de los muelles. A un lado, la ciudad; al otro, la interminable fila de depósitos, cortada por callejones, al extremo de los cuales se veían cascos de buque, chimeneas, arboladuras, pabellones ondeantes de todos los países.
Maletas por todos los rincones, mundos que pueden contener una casa; de trajes de seda... ¡la mar!; sombreros, no sé cuantos; estuches sobre todas las mesas con diamantes que quitan la vista; y todavía la maldita encargó a Cupido que avisara al jefe de estación para que envíe, así que llegue, lo que falta por venir; el equipaje gordo, un sinnúmero de bultos que llegan de muy lejos, del otro rincón del mundo, y cuestan un capital por su traslado... ¡Y, eche usted!... ¡Claro! ¡Para lo que le cuesta de ganar!
Por entre la arboleda veía el balcón de la casa y con él una mujer desdoblando ropas brillantes, de finos colores; faldas que sacudía para borrar los pliegues de la opresión en las maletas. Era la doncella italiana; aquella Beppa de pelo rojizo que había visto en la tarde anterior, acompañando a su señora.
Mi principal ha tenido que ir a su estancia: negocio urgente; volverá mañana. Pero todo está listo... Tiene usted habitación en un hotel de la Avenida de Mayo. Los guió entre los grupos que se abalanzaban hacia el trasatlántico. Casi se vieron solos en la sala de equipajes, y el registro de sus maletas de mano se efectuó con rapidez.
Cierto mercader de pieles se presenta en una aldehuela del Pirineo con un buen acopio de ellas, adquirido en Argel: por esto, y por llevar los fardos y las maletas determinadas iniciales, y por algo que él dice sobre el clima africano y las cacerías en aquellas selvas, tómanle los sencillos aldeanos, que eran muy aficionados a la caza, por un famoso matador de leones.
Sentados en bancos y en pequeños taburetes de madera, entre maletas, cajones, cestos y tampipis, á dos pasos de la máquina, al calor de las calderas, entre vaho humano y olor pestilente de aceite, se veía la inmensa mayoría de los pasageros.
Palabra del Dia
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