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Actualizado: 26 de octubre de 2025
Al comenzar la noche, un criado, para anunciar la comida, hacía resonar por los corredores, en su bocina de plata, a la moda gótica, una harmonía solemne. Yo, entonces, me levantaba y entraba en el comedor majestuoso y solitario. Una multitud de lacayos, con libreas de seda negra, servía, en un silencio de sombras que resbalan, las vituallas más raras y los vinos más costosos que joyas.
Muchachos, ¡viva miloro y las cortes de la Isla! gritó el tío Lombrijón levantándose de su asiento y saludándonos, sombrero en mano, con aquel garbo majestuoso que es tan propio de gente andaluza . Y en celebración del santo del día, que es la santísima libertad de la imprenta, señó Poenco, suelte usted la espita y que corra un mar de manzanilla.
El pavimento de la sala es casi trasparente; las paredes están tapizadas de un rico papel de terciopelo, con cenefas doradas; en el techo, altísimo, abovedado, majestuoso, campean alegremente cien brillantes figuras pintadas al fresco. Volví una mirada furtiva al ajuar de la fonda, y la ilusion era perfecta.
Satisfecho de que la poetisa le dejase en paz por unos instantes, fué examinando la mesa, con un plato y un cuchillito en las manos. Como el maître d'hôtel y sus acólitos estaban ocupados en atender al público, pudo avanzar entre aquella y la pared, y cortó tranquilamente un pedazo del pastel más majestuoso.
Los pasajeros con destino a Montevideo desfilaban por una escala especial hasta un vaporcito de amplia cubierta. Todas las damas de la opereta bajaron estos peldaños de madera con el gesto majestuoso de una reina de teatro que desciende por una escalinata de cartón. Las «estrellas» de la compañía avanzaban entorpecidas por los grandes ramos que les había enviado el empresario a guisa de saludo.
El busto endeble erguíase con una arrogancia natural dentro del mantón; sus pobres faldas de verano se movían con cierto ritmo majestuoso, sin tocar el barro, en torno de los pies pequeños, cuidadosamente calzados, que revelaban ser la parte más atendida de su persona. ¡Viva lo bueno! gritó el borracho poniéndose en jarras . ¡Ahí va la gloria del barrio!...
El pueblo suizo es majestuoso, sencillo, patriarcal, pastor, laborioso, cultivador, piadoso, patriota, soldado, y por encima, y como sirviendo de corona, libre, eminentemente libre, ¡dichoso pueblo! ¡Dios vele eternamente por su santa independencia! Un pueblo que tiene tan magnífica historia debe ser libre y tiene indisputable derecho á serlo.
La plaza del Hotel-de-Ville, célebre por el increible número de ejecuciones que allí se han hecho, ántes y despues de la revolucion, presenta el majestuoso palacio que la da nombre; palacio que puede considerarse como el cuartel general de todas las revoluciones. Allí estuvo el sanguinario tribunal de que fué presidente Robespierre, y allí se formó el gobierno provisional de 1848.
Los párrafos que le siguieron desdecían muchísimo de él. Más adelante volvió a soltar otro período majestuoso y grandilocuente, que a nuestro joven le agradó sobremanera; pero luego se despeñó en un fárrago de vulgaridades y chocarrerías, de las que no menos quedó asombrado, «¡Vaya un hombre original!» dijo para sí. Otro período de superior calidad; otro en seguida necio y arrastrado.
Tenía su mismo aire majestuoso, y comenzaba a iniciarse en ella un principió de gordura, lo que la hacía parecer de más edad.
Palabra del Dia
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